Cifras y letras
Los mejores juegos de rol y estrategia de 2020
J-RPG, W-RPG, RTS y otras siglas molonas se dan la mano en una lista con algunos de los juegos más destacados del año que termina.
Como el año en sí, nuestro recorrido por los mejores juegos de 2020 se acerca a su fin, pero todavía faltan algunas paradas importantes. La de hoy es un combinado entre rol y estrategia, géneros hermanados que a veces se fusionan para poner a prueba tanto la capacidad de tomar decisiones inmediatas como de elaborar tácticas más a largo plazo. Aunque no pocas veces comparten elementos con la acción o las aventuras —algunos de sus integrantes podrían haber aparecido en días previos y viceversa—, los RPG merecen un rincón propio y destacado por ofrecer no solo experiencias definidas por valores cuantificables, sino por las posibilidades que estas brindan al jugador.
Es algo que a menudo se extiende al terreno narrativo, donde la personalización de atributos o las ramificaciones de diálogos permiten escribir nuestra propia historia a través de un avatar mudo o altamente maleable. Otras, el guion deja poco lugar a la improvisación, pero ofrece largas horas de desarrollo y repartos corales para contar algunas de las historias más elaboradas e interesantes que podemos disfrutar en el medio. Y otras, los nombres no importan lo más mínimo porque la historia que surge de forma orgánica mediante la interacción con los sistemas es el verdadero gancho, dando pie a una narrativa emergente que impide que dos partidas a una misma misión sean iguales. Durante 2020 hemos visto ejemplos muy buenos de todos los tipos, así que ahora toca recopilarlos y recomendarlos por si os los habéis perdido.
Factorio
Empezamos la lista con un caso excepcional en el sentido de que no tiene análisis en la revista, pero merece ser tratado por ser uno de los mejores títulos de construcción y gestión actuales. Tras varios años en Early Access, 2020 por fin ha visto el lanzamiento formal de Factorio, juego de estrategia checo basado en la supervivencia en un planeta alienígena. El arranque involucra trámites mundanos como picar rocas o talar árboles para crear herramientas y maquinarias bastante rudimentarias, pero las posibilidades se multiplican a velocidad de vértigo. Poco a poco, el juego permite construir auténticas obras de ingeniería alimentadas por vapor, electricidad o incluso uranio; elaborados sistemas que automatizan la recogida y consumo de los materiales; y torretas o robots caminantes que hacen frente a las oleadas de enormes insectos autóctonos que nos asaltan de vez en cuando —y aumentan de tamaño a medida que contaminamos el ambiente—. Como tantos juegos de gestión, Factorio puede intimidar a primera vista, pero la introducción gradual de su infinidad de sistemas, así como la extrema versatilidad que ofrece para que cada jugador los use de diferente forma, lo convierte un imprescindible para amantes del género.
13 Sentinels: Aegis Rim
13 Sentinels es otra obra destacable, y no solo porque abandone la fórmula hack and slash de los anteriores juegos del estudio, sino porque combina elementos de RTS (Real Time Strategy) con una aventura narrativa 2D protagonizada por un reparto extenso y estructurada de forma deliberadamente desordenada. El inconfundible arte de Vanillaware, dibujado a mano, sube al siguiente nivel en esta recreación ochentera de Japón, habitada por los trece estudiantes que manejan mechas y se ven envueltos en un conflicto que abarca varias épocas. Descubrir cómo encaja todo es parte del atractivo, ya que el argumento rehúye cualquier atisbo de linealidad, pero se mantiene centrado en esos trece personajes —entre los que el jugador elige y alterna con bastante libertad— y evita las confusiones de otros RPG escritos con la escasa delicadez del que solo persigue giros o efectismos. 13 Sentinels es uno de esos juegos cuya historia ya amortiza el precio de admisión, aunque el combate, si bien más sencillo en comparación, también tiene su miga gracias a la personalización de los mechas, la formación de equipos con diferentes alumnos y la variedad de monstruos a los que hacer frente. Una joya que merece algo más de atención.
Final Fantasy VII Remake
Y de un RPG japonés semi-tapado a quizá el más esperado de la historia. El remake de Final Fantasy VII ha sido un proyecto codiciado desde tiempos de PlayStation 2 y ahora, por raro que aún resulte, ya podemos jugarlo. O al menos su primera parte. Con el punto de mira puesto en los eventos de Midgar, FF VII Remake amplía y reescribe lo que ataño eran las horas iniciales de la épica que revolucionó el género en 1997. Las grandes labores audiovisuales e interpretativas insuflan vida nueva a Cloud, Aeris, Tifa y demás protagonistas, así como a los remodelados suburbios y mazmorras repartidas por la enorme ciudad futurista. Este «estiramiento» no viene sin traer consigo algunas licencias narrativas y estructurales, pero Square ha conseguido convencer a no pocos fans con ellas. También lo ha hecho a la hora de relevar los combates por turnos clásicos por un sistema en tiempo real que, no obstante, aún preserva la importancia de las materias, emblemáticas esferas de colores que proporcionan técnicas tan variadas como hechizos, curas o invocaciones a sus portadores. Un sólido inicio para una aventura todavía con mucho por llegar.
Yakuza: Like a Dragon
Like a Dragon es uno de esos raros casos en los que una saga se mueve de la acción al rol en vez de a la inversa. La visión más histriónica de la mafia japonesa —esa misma donde también tienen cabida adultos en pañales— regresa cambiando las peleas en clave beat 'em up de sus numerosas entregas precedentes por rol clásico de combates por turnos. Es una decisión que no solo transforma las propias peleas, también permite poner más el foco en el reparto de secundarios que funcionan como compañeros de equipo, con montones de actividades opcionales y capítulos argumentales que ahondan en cada uno de ellos. El juego nos lleva a una recreación con todo lujo de detalles de Yokohama, ciudad repleta de contenido y minijuegos hilarantes como karaoke, máquinas recreativas o carreras de karts, así como la gestión de varias tiendas por si también nos interesa hacer las veces de empresario. El argumento principal, por supuesto, tiene lugar para momentos serios y emotivos, pero son las distracciones y las cantidades industriales de humor las que hacen de Like a Dragon un Yakuza de pleno derecho a pesar del sorprendente cambio de género.
Desperados III
Seguro que los aficionados al sigilo táctico isométrico que popularizara en nuestras tierras la saga española Commandos también están familiarizados con Desperados, serie de juegos que cambió las trincheras de la II Guerra Mundial por el Salvaje Oeste. Para todos los demás, no sobra decir que la tercera entrega ha salido este año, ni que lo ha hecho elevando la saga a su mejor nivel. Desperados III permite hacer uso extensivo de todos los trucos del manual, desde silbar para atraer enemigos hacia los matorrales en los que nos escondemos hasta usar un segundo personaje para ocultar el cadáver que asesina el primero con un disparo desde la distancia. Tampoco faltan argucias contextuales como explotar un puente de madera o dejar caer la campana de una iglesia sobre un grupo de bandidos que se reúnen a charlar debajo. Cada misión se construye como un puzle donde debemos usar cada pieza a nuestro favor o improvisar si las cosas se tuercen. Aunque la acción tiene lugar en tiempo real, el juego permite detener el tiempo y pre-programar varias tareas en cadena para luego ver cómo los personajes las ejecutan de manera automática. Un buen recordatorio de lo adictivo que puede llegar a ser este subgénero táctico.
Crusader Kings III
La sueca Paradox, responsable de sagas de estrategia histórica como Europa Universalis, Hearts of Iron y la propia Crusader Kings, vuelve a la carga con un juego digno de su pedigrí. Crusader Kings III nos permite elegir una dinastía y controlar sus acciones e influencias durante siglos. Como conde, duque o incluso rey podemos proponernos infinidad de objetivos en función del lugar o la época, desde luchar para preservar el poder del Imperio Romano hasta cambiar el mapa político de una península ibérica todavía dividida en varios reinos o anexionar países para crear una superpotencia nueva. Desenvolverse en el trono requiere tratar con señores feudales, elaborar intrigas para acabar con rivales, concertar matrimonios para forjar alianzas y asegurar la descendencia para prorrogar la dinastía. Crusader Kings III también hace gala de algunos elementos roleros en sus personajes, con habilidades desbloqueables y niveles de estrés que se disparan si los actos contradicen su personalidad. La cantidad de variables y el nivel de detalle de la simulación pueden intimidar a los recién llegados a este tipo de juegos, más profundos que los Civilization, aunque la interfaz se ha remodelado para hacerlo más accesible que sus predecesores.
Wasteland 3
Mientras el fiasco de Fallout 76 aún colea, 2020 ha visto regresar el roleo y la supervivencia por áridos mundos post-apocalípticos en su forma más clásica. Como su nombre indica, Wasteland 3 es la tercera entrega de una saga que funciona a la vez como precursora (el original data de 1988) y sucesora del Fallout isométrico que ponía más énfasis en la gestión que en la acción. En las antípodas de no pocos triple A, el juego de inXile prioriza densidad sobre escala, capacidad de pensamiento táctico sobre espectáculo visual, para hacer al jugador más responsable de la infinidad de pequeñas decisiones tomadas durante los combates o las ramificaciones narrativas. De hecho, el componente argumental tiene un peso muy importante y el desarrollo está salpicado por constantes encuentros y dilemas, un reparto de secundarios memorable y el humor negro que tantas veces ha caracterizado a esta clase de títulos. Como buen W-RPG de la vieja escuela, Wasteland 3 no reinventa el género, pero ofrece un grado de pulido que lo aúpa entre los mejores.
Demon's Souls
Tuvimos un pequeño debate sobre si incluir el remake de Demon's Souls en la lista de acción o la de rol, pero al final ha acabado en la segunda. Es algo interpretable, pero después de jugar a deudores de sus ideas como Dark Souls III, Bloodborne o Nioh 2, hay algo arcaico y a la vez reconfortante en el ritmo más lento y premeditado de Demon's Souls. El juego, creado por From Software en 2009 y rejuvenecido por Bluepoint Games en 2020, todavía representa la fantasía medieval oscura en su forma más pura, no solo por las ruinas de los castillos, los calabozos en penumbra merodeados por monstruos o la melancolía de personajes que lamentan cómo eran las cosas antes; ni por el peso tangible de las armas de acero o las limitaciones impuestas por las armaduras al movernos; sino por su diseño, con largos recorridos donde solo la derrota de un jefe se traduce en nuevo punto de control, o su capacidad para pensar más fuera de la caja, planteando con los propios jefes retos y puzles que van más allá de la destreza en combate. Incluso ahora, tras muchos años e imitadores, Demon's Souls sigue diferenciándose en su propuesta.
Persona 5 Royal
Al igual que Xenoblade Chronicles (otro destacado que merece mención), este año Persona 5 ha vuelto con una versión revisada y ampliada que le sirve para revalidar su estatus como uno de los mejores JRPG contemporáneos. Royal mantiene todas las señas características de la experiencia base, como un estilo visual rompedor, un sistema de combate táctico y a la vez extremadamente ágil, un reparto amplio y bien perfilado con el que compartir decenas de momentos cotidianos, mazmorras elaboradas que rompen con el día a día más convencional en las calles de Tokio y una pegadiza banda sonora que conecta y ensambla todas las piezas como parte de un conjunto armonioso. A ello, que no es poco, ahora se añade un semestre escolar inédito, varios arcos argumentales adicionales, nuevos personajes y enemigos, numerosos refinamientos jugables (durante los combates y la exploración de los palacios) y, por primera vez, textos en castellano para no perderse ni un solo detalle. Si no lo has jugado ya, es la versión ideal para empezar. Y si sí lo has hecho, los cambios y añadidos hacen esta revisión digna del rejugado.
Cyberpunk 2077
El nivel de expectación levantado en torno a Cyberpunk 2077, sobre todo tras la coronación de The Witcher 3 como uno de los mejores RPG modernos, lo convertía en un evento prácticamente incapaz de satisfacer todas las demandas, en todos los frentes y para todos los usuarios. Con lo que pocos seguramente contaban, eso sí, es con que su lanzamiento, esperado durante años y retrasado varias veces, estuviese tan marcado por la proliferación de bugs en PC y unas desastrosas adaptaciones de consola. Es una cara de la moneda, la más comentada durante las semanas que han seguido a su lanzamiento por razones obvias. Pero luego está la otra, la que se centra en esos momentos —o esos ordenadores— en los que el juego funciona como debería, como tantos esperaban en vista de la trayectoria previa de CD Projekt RED y la riqueza legada por un universo nacido hace décadas en el rol de papel y lápiz.
En condiciones óptimas, Night City es una ciudad grande y densa, llena de vida, de personajes para el recuerdo, de misiones interesantes y variadas, de conducción en una amplia gama de vehículos, de tiroteos con armas futuristas y de hackeo de cerebros. Abandonar un protagonista predefinido como Geralt en The Witcher permite una personalización considerablemente mayor y, aunque tampoco se convierte en un Deus Ex, hay más lugar para soluciones alternativas. Por otro lado, la inmersión alcanza nuevas cotas para el género gracias al despliegue visual —de nuevo, cuando todo funciona como debe—, el diseño, las culturas que pueblan las diferentes partes del mapa o los contrastes entre las zonas opulentas y los barrios bajos. Es, por desgracia, un producto inacabado que de momento solo se puede recomendar con asterisco al lado, pero también uno que con algo de trabajo extra se puede materializar en esa obra maestra de la que CD Projekt RED ya ha demostrado ser capaz.