Grim Fandango
Grim Fandango Remastered, guía completa - Huida de la Ciudad
Te contamos paso a paso como llegar al final de este clásico del género de la aventura gráfica que regresa a PC y debuta en PS4, PSVita y iOS.
Grim Fandango: HUIDA DE LA CIUDAD
Se llamaba Mercedes Colomar, pero todos la llamaban Merche. Había llevado vida de santa, justo el tipo de mujer que Manny nunca había conocido. Tal vez por eso le atrajo desde el primer momento, aunque le faltaba un poco de carne. Sin embargo, y según el ordenador, no tenía derecho más que a un viaje en última clase, es decir, a pie atravesando lugares horribles. Manny era un caballero y no podía dejar que esto ocurriera, sobre todo porque él, por fin, podría terminar su estancia allí si se confirnaba que ella era una gran cliente.
Salió al pasillo a aclara las cosas y, al pasar frente a la puerta de Don, este le invitó amablemente a entrar. El jefe le enúmero todas las normas que había infringido y llamó a Merche para aclarar las cosas, pero ella ya se había ido a emprender su largo peregrinaje. Don encerró a Manny en la caseta de Glottis, que por cierto había desaparecido, y le dijo que se le iba a caer el pelo. Esto último es lo que menos preocupaba a Manny de la situación actual, dado que las calaveras nunca han gozado de una frondosa cabellera.
Golpeó la puerta y alguien le habló desde el otro lado preguntándole si era leal a la compañia, Manny dijo que no, que había algo sucio en ella y lo iba a demostrar. El que estaba fuera le dijo que podría cusar muchos problemas a la agencia y Manny contestó que haría volar la tapa de ese sitio. Finalmente el tipo le sacó. Se trataba de Salvador Limones, el lider de una organización revolucionaria, y le llevó a su cuartel general. Manny observó que para entrar había que hablar a un ojo que había junto a una trampilla en el callejón.
Al parecer, la agencia robaba viajes de primera a las almas limpias y se los vendía a ricos podridos.
Salvador le propuso que se uniera a ellos. Manny nunca había sido un idealista y mucho menos un revolucionario, pero comprendió que debía salir a buscar a Merche y para ello necesitaba la ayuda de Salvador, por lo que se unió a ellos. En realidad solo eran dos, Salvador y Eva, la secretaria de Don, que trabajaba en la agencia como espía. El primero le dijo que necesitaban huevos de paloma para crear un sistema de comunicaciones con mensajeras y Eva le explico que no le podían dejar ir porque necesitaban sus huellas dentales para entrar en el sistema informático de la agencia.
Manny cogió el ascensor y salió al callejón. Subió por las corbatas y siguió la cornisa hasta llegar al despacho de Dómino, que tenía la ventana abierta. Entró en él y de un cajón de su mesa cogió un trozo de coral. Dómino era aficionado al Boxeo y tenía un "punching ball". Manny lo golpeó varias veces, hasta que de la repisa que había encima cayó un objeto negro que resulto ser la boquilla de Dómino. Había allí un buen whisky añejo, y aprovechando que los esqueletos no tienen un hígado que dañar, se ventiló unos cuantos vasos. Volvió a la parte de la cornisa donde colgaban las corbatas y cogió el extremo corto que colgaba de la misma viga que el que había usado para subir.
Ató a ese extremo el coral y lo lanzó, con lo que quedó enganchado en una escalera que subía más arriba. Usándola llegó al tejado. Las palomas tenían el nido con los huevos en unos respiraderos con forma de periscopio y no dejaban acercarse a Manny, que empezaba a estar de los huevos hasta los mismos. Sacó su globo hinchado y lo puso en otro respiradero más bajo que había frente a los primeros y sobre él echó la barra de pan hecha migas.
Se acercaron a comer, explotaron el globo y esto las asustó. Así pudo acercarse al nido y coger dos huevos. Bajo al callejón entró en el garaje, por la gran puerta abierta que había junto a las corbatas, y en la caseta de Glottis llenó la boquilla de Dómino con la pasta que salía de una especia de cafetera. Despues la mordió para marcar sus dientes.
En el cuartel general entregó a Salvador los huevos y a Eva la boquilla, con lo que ya le podían sacar de la ciudad.