Iraizoz sale de San Mamés por la puerta más grande

Gorka Iraizoz es un tipo tímido, poco amigo de homenajes ni celebraciones voluptuosas, prefiere trabajar en la sombra, sin focos y perseverando. Pero tuvo que ser el protagonista indiscutible al término del choque, con su hija mayor, Martina, en sus brazos, que disfrutó una barbaridad saludando al público de San Mamés, y el arquero navarro dando la vuelta de honor agradecido a la afición sus diez años en el Athletic, donde se convierte en el tercer arquero con más partidos de su historia, tras Iribar y Carmelo. Casi nada.

En un sencillo homenaje, con la plantilla del Leganés, plagada de exleones, y un Herrerín, sus discípulo, en los dos bandos, como testigos respetuosos, sujetando sus ansias de desplegar su lógica alegría por el empate salvador en Bilbao. Y Gorka emocionado, que hasta cantó en un fondo y se fue abrazando a sus compañeros, que portaban camisetas con el 1 conmemorativas.

Ernesto Valverde reconoció que le hubiera alineado al final, con otro marcador: “Sí, es lo que había pensado, la verdad”, lanzó. Pero Gorka seguirá bajo palos, en el Espanyol. Está aún con mucha correa.