"El barco ha pasado por encima del cuerpo de Gimeno 200 veces"
El experto en georradar Luis Avial explica que, si el hombre estaba a dos aguas, era imposible detectarle porque podría haberse confundido con otra cosa.
Toda España estuvo pendiente durante más de un mes para conocer qué había pasado con Anna y Olivia, las menores de uno y seis años que desaparecieron el 27 de abril junto a su padre, Tomás Gimeno, en Tenerife. El 10 de junio, se confirmó la peor de las sospechas cuando apareció el cuerpo sin vida de Olivia a 1.000 metros de profundidad en el interior de una bolsa.
La principal hipótesis fue que, después de matar a las niñas, Gimeno se había suicidado, con lo que el buque oceanográfico Ángeles Alvariño trabajó sin descanso para tratar de localizar sus restos, y los de Anna, pero el pasado 30 de junio cesó su actividad porque la misión era “totalmente inabordable”. Pese a la insistencia de Beatriz Zimmerman, madre de las pequeñas, en seguir buscando al hombre para que no quedara ninguna duda de su muerte, la investigación se paró porque no había esperanza de encontrarlo.
El experto en georradar Luis Avial defendió hace unos días en La Razón el fin de esta búsqueda porque no cree que se puede hallar nada más. “Es imposible encontrar el cuerpo de Tomás Gimeno, no se puede hacer nada”, aseguró, por lo que “no tiene sentido seguir buscando”. Asimismo, calificó de “milagro” la aparición de Olivia. “La pena es que Anna se saliera de la bolsa antes de llegar al fondo”, lamentó.
Puede haber sido confundido con otra cosa
De hecho, está convencido de que el barco se ha aproximado a los restos sin ser capaz de detectarlos: “El barco ha pasado por encima de su cuerpo 200 veces, porque rastreó toda la zona. Pero si estaba a dos aguas era imposible detectarle. La señal podía haberle confundido con cualquier otra cosa”.
Y es que Avial duda de que el cadáver de Tomás Gimeno haya llegado al fondo del mar “con tan poco lastre”. “Pero, si así hubiera sido, con los gases provocados por la descomposición del cuerpo, se habría elevado y movido del sitio original y habría quedado a dos aguas, sin llegar a la superficie. Si hubiera llegado arriba, habría aparecido ya”, añadió, aunque de forma temporal, pues al desaparecer los gases habría vuelto a hundirse. “Igual está a 30 kilómetros o a 80 en dirección a América. Sólo un barco pesquero lo podría haber visto de casualidad si hubiera llegado a la superficie”, planteó.
Además, a principios de julio, el exjefe del Servicio Marítimo y los especialistas de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS), Juan Ortega Machín, apuntó que, probablemente, el cuerpo de Tomás Gimeno era ya un simple esqueleto: “Como todo cuerpo, al fallecer se produce la acción bacteriológica interna, se empieza a descomponer internamente, y si a este proceso natural le suman la acción de crustáceos, gusanos de fuego, bacterias y peces de la zona que han podido comer parte de la carne, el cadáver de Tomás Gimeno muy posiblemente hace tiempo que está limpio y en los huesos”.
Cartografía de un área de 250 kilómetros cuadrados
El Ángeles Alvariño cartografió un área de 250 kilómetros cuadrados de fondos marinos entre aproximadamente 100 y 2.000 metros de profundidad y se filmaron 392 horas en las inmersiones del robot Liropus 2000, durante las semanas de búsqueda de las niñas de Tenerife. Durante sus labores, encontró varios objetos relacionados con la desaparición de las menores. Tras hallar una funda nórdica y una botella de buceo, el Liropus 2000 encontró la bolsa en la que estaba el cuerpo de Olivia.
En una nota del Ministerio de Ciencia e Innovación, el director del Instituto Español de Oceanografía (IEO), Javier Ruiz, explicó que “localizar un objetivo de dimensiones tan pequeñas a unas profundidades oceánicas tan grandes supone sin lugar a dudas un hito mundial”, resultado de “la colaboración y coordinación estrecha y precisa entre los Ministerios de Interior y de Ciencia e Innovación”.