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Anticoagulante EDTA: qué es, en qué vacunas está presente y qué relación tiene con los trombos

Esta sustancia química, usada en medicina o como aditivo en alimentos, puede influir en las trombosis al aumentar la permeabilidad vascular.

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Anticoagulante EDTA: qué es, en qué vacunas está presente y qué relación tiene con los trombos
LUIS ACOSTA AFP

El anticoagulante EDTA, también conocido como ácido etilenodiaminatetraacético, es una sustancia química que se adhiere a los iones metálicos como el calcio, magnesio, plomo y hierro. Debido a esto, es usado en medicina para prevenir los coágulos de sangre y para extraer el calcio y el plomo del cuerpo. Asimismo, se emplea evitar que las bacterias formen biopelículas, una capa delgada que se adhiere a la superficie. También puede utilizarse como aditivo en alimentos y tiene propiedades antimicrobianas. Sin embargo, durante los últimos días, se ha hablado mucho del EDTA por su posible vínculo con los casos de trombosis derivados de algunas vacunas contra la COVID-19.

Y es que el EDTA es un componente presente en la vacuna creada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford. Entre los 16 millones de personas que han recibido este fármaco, 142 han sufrido episodios de trombos, según las últimas cifras estudiadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). A raíz de esto, se ha sospechado del EDTA. Sin embargo, la vacuna rusa Sputnik V también contiene EDTA y no se ha notificado ningún caso de trombosis, con lo que no queda clara su influencia en estos problemas.

¿Cómo podría influir el EDTA en los trombos?

Una nueva prepublicación, pendiente de revisión por pares, ha sugerido recientemente que algo en la vacuna de AstraZeneca interactúa con una proteína de las plaquetas llamada factor plaquetario 4 (PF4), lo que desencadena una reacción autoinmune.

Hasta ahora, el principal sospechoso era el adenovirus que usa el fármaco para engañar a nuestro cuerpo y convencerlo de generar una respuesta inmunitaria contra el SARS-CoV-2, pero tiene que multiplicarse para acabar en el interior de la jeringuilla. Como todos los virus, necesita crecer dentro de una célula. Ahí está el primer hallazgo del nuevo estudio: el fármaco anglosueco contiene proteínas no virales que se originan durante el proceso de fabricación. “No son solo del adenovirus, la mitad son derivadas de las células humanas que se usan para que se multipliquen”, asegura Andreas Greinacher, investigador de la Universidad de Greifswald (Alemania) y uno de los autores del estudio.

Los investigadores recurrieron a tres técnicas de imagen para observar los complejos inmunitarios que forma el PF4. Según Greinacher, estos incluyen las proteínas del adenovirus, pero “probablemente” también las arrastradas durante la fabricación. Fue entonces cuando observaron que el EDTA, presente en cantidades “relativamente altas”, provocaba fugas capilares en ratones, lo que explicaría también que una inyección intramuscular provocara una respuesta inmunitaria general con formación de anticuerpos.

“Encontramos en todos los individuos afectados anticuerpos contra las proteínas presentes en la vacuna que, cuando entran en el sistema vascular, forman complejos inmunitarios que provocan inflamación”, aseguró Greinacher. Esto hace que se activen las plaquetas y se inicie la reacción autoinmune. “Las conclusiones son muy claras: se forman complejos, el EDTA aumenta la permeabilidad vascular y los componentes del virus causan una reacción inflamatoria”, sentencia en SINC el jefe de Servicio de Hematología del Hospital Universitario Morales Meseguer de Murcia, Vicente Vicente, que no ha participado en el estudio.