La obligatoriedad de utilizar mascarillas en nuestra vida cotidiana puede provocar que, en ocasiones, se empleen las mismas más de lo debido. También que, al quitárnoslas, las depositemos sobre superficies que puedan contaminarla. Cualquiera de estas dos acciones puede provocar que dejen de proteger como es necesario y reduzcan su eficacia.

Los expertos alertan continuamente sobre ello y subrayan especialmente la conveniencia de que las mascarillas se encuentren libres de suciedad, ya que incluso pueden convertirse en un vector de transmisión del virus en caso de contaminarse. De esta forma, una correcta utilización de las mascarillas, así como proceder a guardarlas de la manera adecuada, son elementos clave para evitar riesgos.

Problemas en la piel

Los expertos señalan que un mal uso de este elemento de protección puede causar algunos problemas de salud, como la posible aparición de acné friccional, un tipo de acné que se produce por el roce en la piel que se encuentra bajo la mascarilla.

Asimismo, puede surgir la rosácea, picor, enrojecimiento o irritación. Los profesionales sanitarios también alertan de que maquillarse puede causar acné cosmético si inmediatamente después la mascarilla es utilizada en un ambiente húmedo.

Dificultades respiratorias

Un mal uso de la mascarilla también puede provocar un acumulamiento de bacterias que aumenten el riesgo de sufrir infecciones respiratorias, aunque los expertos señalan que no se han registrado casos relacionados con este elemento, si bien no se descarta que pudiera llegar a suceder. Por ello, insisten en la necesidad de una correcta higiene y en no utilizar la mascarilla más tiempo del recomendado, ya que además un uso excesivo igualmente puede causar dificultades para respirar debido a que el filtro se satura de humedad.

Los expertos también apuntan que si se padece halitosis, el problema puede incrementarse cuando se utiliza una mascarilla demasiado tiempo, ya que la saliva se irá acumulando en ella, provocando un aumento del mal olor.