El Jumbo hunde a Bernal
Pogacar batió por segunda vez a su compatriota Roglic, que conserva el maillot amarillo por 40 segundos. El campeón del Tour reventó en el Grand Colombier.
El Tour es una fiesta eslovena, una merendola de Tadej Pogacar y Primoz Roglic, en la que apenas dejan las migajas de los sándwiches para los demás. Pogacar, el aspirante, volvió a batir por segunda vez a su compatriota, en el exigente Grand Colombier, el final de una jornada que puja por ser la etapa reina de esta edición. De paso, recortó cuatro segundos al líder para colocarse a 40”. Hay Tour. Roglic conservó el maillot amarillo, después de un nuevo recital del equipo Jumbo-Visma, que cruzó bajo la pancarta de último kilómetro con tres ciclistas todavía al frente del grupo de los gallos, en el que ya no viajaban el vigente campeón, Egan Bernal, que se hundió en las primeras rampas del puerto y perdió 7:20 minutos, ni Nairo Quintana, que se dejó 3:50.
En ese grupo de doce gallos llegaron cuatro españoles. Enric Mas, quinto en la meta, ha ganado dos plazas en la clasificación y es octavo. El balear crece con el paso de los días. Mikel Landa, séptimo en la etapa, se ha colocado en esa misma posición de la general, a 2:16 de Roglic, pero a 42 segundos del tercer puesto del podio que cierra Rigoberto Urán. No tan lejos de brillar en París. Alejandro Valverde y Peio Bilbao, escuderos de ambos, entraron décimo y undécimo. Ninguno de ellos pudo atacar. Con el ritmo del Jumbo, bastante hicieron con resistir arriba.
El protagonismo español lo completó Jesús Herrada, que volvió a meterse en la escapada del día, muy activo durante el Tour. Y aprovechó su presencia ahí para esprintar en la cima del primer gran puerto, La Selle de Fromentel, un síntoma de que puede luchar por la Montaña. En estos etapones se reparten muchos puntos. Pero no fue el único de la fuga que lo pensó. Pierre Rolland, un ilustre veterano, ganador en el Alpe d’Huez en 2011, se marcó el mismo objetivo y cruzó primero la siguiente cota: la Biche. Herrada pasó tercero por allí, con Michael Gogl entre ambos. Rolland ralentizó para formar grupo, pero Gogl tenía otra idea y se lanzó en el descenso. Esa fue la perdición del español, que bajó muy bloqueado y no pudo enlazar.
Rolland, Gogl y el propio Herrada eran tres buenos galgos para asaltar el final en el Grand Colombier, pero el Jumbo-Visma tuvo en marcha el rodillo durante toda la jornada y nunca dejó que los aventureros acumularan una buena ventaja. A pie de puerto llegaron a poco menos de dos minutos. Insuficiente ante este coloso de 17,4 kilómetros. Herrada, ya descolgado, al menos pudo echarle una mano a su líder, Guillaume Martin, que había sufrido una avería en el grupo de los gallos.
El machacón ritmo del Jumbo recogió frutos muy pronto, a 13 kilómetros de la cima, cuando Egan Bernal, el vigente campeón, comenzó a descolgarse junto al otro ídolo colombiano, Nairo Quintana. El Ineos ya había dado alguna muestra sospechosa, porque no había tomado la cabeza del grupo en ningún momento, cuando tenía la necesidad de remontar, ni siquiera en la segunda fila, que fue ocupada por el Bahrain de Mikel Landa. Las heridas de Nairo son otra historia. Los dos se despidieron de sus posibilidades de éxito en el Tour. Un batacazo para el equipo dominador de siete de los ocho últimos Tours, el todopoderoso Ineos del presupuesto líder. El Jumbo le ha dado buenas dosis de su propia medicina hasta empacharle.
La apisonadora amarilla no dio opción. Sólo Adam Yates osó desafiar al poder establecido en la última ascensión con un temerario ataque a siete kilómetros, que duró poco. Tom Dumoulin, un ganador del Giro, marcaba el camino. Un lujo. Junto a Roglic y Dumoulin también sobrevivía, agazapado, Sepp Kuss, que celebraba su 26 cumpleaños. Dio la sensación de que el Jumbo buscaba la victoria de etapa con el estadounidense, pero no tuvo fuelle para rematar la faena. Hubiera sido una sobrada.