Sin noticias de los gallos
Lutsenko remató la fuga en solitario, con 55 segundos de ventaja sobre Herrada. Los favoritos siguieron sin moverse en la segunda llegada en alto del Tour.
Alexéi Lutsenko, kazajo de 27 años, un cazador de victorias desde sus tiempos de campeón mundial sub-23, ganó escapado en el Mont Aigoual, por unas carreteras del Macizo Central poco transitadas por el Tour de Francia, pero inmortalizadas para el ciclismo y para la literatura en el delicioso libro ‘El ciclista’ del holandés Tim Krabbé, que fue corredor en sus tiempos mozos, antes de dedicar su vida a escribir. Muy recomendable. Mucho más que la etapa de este jueves, en la que los grandes favoritos siguieron sin moverse. Y ya llevan seis jornadas así. Todos con la calculadora y guardando para un día siguiente que nunca llega. ¿Será este fin de semana en los Pirineos?
Lutsenko, ganador de una etapa de la Vuelta a España en Alcocéber en 2017, remató la escapada del día, que este jueves sí la hubo, no como en la insulsa jornada anterior. Ahí se metieron ocho buenos galgos, entre ellos Jesús Herrada, manchego de 30 años, doble campeón de España y doble líder de la Vuelta, donde también tiene un triunfo en Ares del Maestrat. Un veterano con credenciales, que cruzó la meta en segunda posición, a 55 segundos. Estuvo bravo el ciclista de Mota del Cuervo, pero nunca pudo contrarrestar la fortaleza del kazajo del Astana.
En la fuga también viajaba Greg van Avermaet, un viejo lobo de 35 años, campeón olímpico en 2016 y del UCI WorldTour en 2017, y ganador de clásicas variopintas, como la París-Roubaix, que se vistió el maillot amarillo virtual durante gran parte de la carrera. Acabó tercero, a 2:15 del triunfador. El grupo tenía galones, como suele ocurrir en las etapas del Tour. Aquí corren los mejores ciclistas del mundo, normalmente en su mejor momento de pedalada. Por eso decepciona tanto cuando no hay batalla.
En el pelotón de los gallos, el Ineos tomó las riendas de la carrera por primera vez en este Tour, a excepción de los abanicos intentados en la soporífera jornada precedente, tarde y mal. Todavía no sabemos muy bien para qué, más allá de para reducir la ventaja de los fugados a la mitad. Antes que el Ineos había liderado el grupo el Mitchelton, como obligaba el amarillo de Adam Yates, y a ocho kilómetros de la cima volvió a recuperar la cabeza el equipo australiano, sin que hubiera cambiado mucho el panorama. Sólo se movió Fabio Aru, para sí mismo y para una futura tentativa de Tadej Pogacar, pero nadie recogió el guante… Y otra vez llegaron todos juntitos, encabezados por Julian Alaphilippe, que arañó un segundo intrascendente. El terreno, con treinta kilómetros de subida encadenados en tres puertos, ofrecía más posibilidades.
Los mayores sustos para los capos vinieron por incidentes ajenos a la competitividad. Enric Mas se cayó en el descenso del primer puerto de tercera, y Pogacar sufrió una avería a siete kilómetros de la cumbre. Sin consecuencias para ambos en la clasificación. La cosa no dio para más. Y van seis días. Alguien debería recordar que aunque se vea poco público en las cunetas, debido a la pandemia, detrás del televisor hay bastante más. Habrá que esperar a los Pirineos. Con suerte.