LA RUTA DEL TOUR

La falsa borrachera del argelino Zaaf en el Tour de 1950

El africano sufrió un colapso y fue regado en vino. Ese día se superaron los 40 grados. Sólo él y Marcel Molinès se atrevieron a atacar en esa etapa.

El calor canicular superaba los 40 grados aquel 27 de julio de 1950. Sólo dos valientes argelinos, más acostumbrados a esas temperaturas, se atrevieron a atacar en aquel recorrido de 215 kilómetros, entre Perpiñán y Nîmes. Ambos corrían en el equipo regional del Norte de África, que estaba formado por ciclistas de Marruecos y Argelia, que en aquellos años tenían nacionalidad francesa. Marcel Molinès y Abdel-Kader Zaaf se lanzaron a la aventura, con el objetivo de convertirse en el primer ganador de etapa de su continente en el Tour.

Molinès y Zaaf superaron los 16 minutos de ventaja, tenían la gesta a tiro. Quedaba una veintena de kilómetros, cuando Zaaf empezó a sentir vértigos, mareos, náuseas… Y perdió el conocimiento. Después de ser atendido por unos vendimiadores, el argelino recuperó la conciencia y retomó el camino, pero estaba tan desorientado que lo hizo en dirección inversa a la carrera y se topó de bruces con el coche escoba. Pasó la noche en el hospital, del que se escapó para tomar la salida del día siguiente, aunque los jueces no se lo permitieron, porque no había acabado la etapa anterior. Como reivindicación, Zaaf cubrió en solitario la parte del recorrido que le restaba.

Hay dos versiones de lo que le había ocurrido. La que circuló entonces por los medios de comunicación fue que Zaaf bebió de una botella de vino que le ofreció un espectador, y como era musulmán y no toleraba bien el alcohol, sufrió la crisis.

La versión real es menos poética. Zaaf había consumido anfetaminas, que mezcladas con el esfuerzo y el terrible calor, le provocaron el colapso. Los vendimiadores que le recogieron y le apoyaron en el platanero no tenían agua a mano, así que le rociaron con vino para intentar reanimarle. Aquella fue la imagen que se encontraron los periodistas. Y aquel olor a alcohol les inspiró la otra historia.

Molinès ganó la etapa y recibió los honores como primer vencedor africano, pero la fama y la popularidad se la llevó Zaaf, que aumentó su leyenda al año siguiente, en 1951, cuando volvió al Tour de Francia para protagonizar ataques a destiempo que le valieron el mote de 'El Rompe Barracas', y para ocupar el farolillo rojo en la clasificación final. Todo un personaje.

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