Froome recupera el amarillo
Matthews batió a Van Avermaet en el repecho de Saint Pierre: 570 metros al 9,6%. Aru entró cortado en Rodez y cedió el liderato por 18 segundosMundial de ciclismo 2018: prueba en línea
La cota de Saint Pierre, el repecho de San Pedro, tenía las llaves de la victoria en sus 570 metros al 9,6% de pendiente media. También abrió las puertas del maillot amarillo a Chris Froome. Fabio Aru entró excesivamente cortado y el británico no sólo recuperó la prenda, sino que además distanció a su rival a 18 segundos. Demasiado descuido. Por delante, los clasicómanos pujaron por el triunfo en un final diseñado a medida: Michael Matthews batió a Greg van Avermaet y Boasson Hagen. No era la Lieja ni la Amstel, aunque lo pareciera, sino la 14ª etapa del Tour de Francia: Blagnac-Rodez.
Estaba cantado que en un final tan explosivo se iban a picar segundos. Fabio Aru lo sabía, por eso resulta extraño que entrara tan atrás cuando es un ciclista con chispa. Circula la teoría de que quería ceder el maillot amarillo para no tener que controlar la carrera en el exigente y ratonero recorrido de este domingo, en el Macizo Central. El viernes ya había perdido a Jakob Fuglsang, que llevaba varios días penando con dos fisuras en una muñeca. Y días antes, con una lesión parecida, se había retirado Dario Cataldo. Es cierto que con los dos corredores más fuertes ya en casa, el Astana no brinda garantías al sardo, como ya se vio en Foix. Aru explicó que llegó mal colocado, que se despistó… Y si también tuvo algo de premeditado, se le fue la mano. Demasiado margen.
El italiano, que acabó a 24 segundos de Chris Froome, fue la mayor presa de caza, pero no la única. De hecho, sólo Rigoberto Urán y Dan Martin llegaron con el mismo crono que el africano. También cedieron tiempo: Bardet y Simon Yates, a 4"; Landa, a 14"; Contador, Nairo Quintana y Bennett, a 21", y Meintjes, igualmente a 24". Una criba mayor que en muchas llegadas de montaña.
En la lucha por la etapa hubiéramos apostado por Alejandro Valverde o Peter Sagan. Pero ni uno ni el otro están en la carrera desde hace tiempo. En su ausencia, los pronósticos apuntaban a Van Avermaet, que ya había vencido en esta cuesta en 2015, y a Matthews, otro finalizador de características similares. Dos clasicómanos. No era un secreto: sus respectivos equipos, el BMC y el Sunweb, llevaron la batuta durante todo el día.
Otro ciclista que tenía señalada esta etapa con un rotulador rojo en el libro de ruta era Voeckler, que a sus 38 años da sus últimas pedaladas en el Tour. Eso mismo debió pensar otro Thomas, el belga De Gendt, uno de esos ciclistas a los que le gusta más avanzar en solitario que acompañado. Y ambos se metieron en la fuga del día con Hollenstein, Roosen y Bouet. El pelotón, impulsado por el BMC y el Sunweb, no permitió ninguna alegría y engulló a los osados, uno a uno, hasta que quedó un único superviviente en cabeza. De Gendt sucumbió cuando restaban 13 kilómetros. Feliz de rodar solo, feliz de hacer de presa, feliz de exprimir hasta la última gota, feliz de ser ciclista.
La carrera ya estaba lanzada. Frenética. El Katusha insistió en romper la etapa. Sin éxito. Primero, Tony Martin. Luego, Lammertink. El Sky asomó por la cabeza en labores de caza. Turno para los gallos. Froome había iniciado el día a sólo seis segundos de Fabio Aru, una distancia tan ínfima que cualquier corte podría teñirse de amarillo. Como así fue. Y también el Quick Step y el Dimension Data, con Philippe Gilbert y Boasson Hagen en sus pensamientos.
Al final pasó lo que tenía que pasar. Matthews rivalizó con Van Avermaet. Y hubo corte entre los favoritos. En el ciclismo hay desenlaces anunciados. Y, aun así, siempre pasan cosas inesperadas.