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BOSTON CELTICS

Los tres ‘milagros’ de Stevens

De entrenador a presidente, Brad Stevens es uno de los personajes esenciales de este anillo de Boston Celtics. Sus movimientos revivieron el proyecto.

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Los tres ‘milagros’ de Stevens
Maddie MeyerAFP

Brad Stevens (Zionsville, Indiana, 47 años) ha sido elegido Mejor Ejecutivo de esta temporada en la que Boston Celtics ganó 64 partidos antes de llegar como favorito a unos playoffs en los que, lo más importante de todo, cumplió (sin dramas, además) con esa condición. Ha sido su tercera temporada al frente de los despachos (presidente de operaciones) de unos Celtics a los que había entrenado los ocho años anteriores (2013-21). Cuando Danny Ainge, que había dirigido los despachos durante casi tres lustros, dijo que se retiraba aunque luego pasó a trabajar en las oficinas de Utah Jazz, Stevens dio un salto que en su momento resultó sorprendente. Pero ya es Ejecutivo del Año y, bueno, nunca fue Entrenador del Año aunque, por ejemplo, sí dirigió al Este en el All Star Game. Y metió al equipo en playoffs siete años seguidos, todos menos el primero, en plena reubicación.

Dejó el banquillo verde con un 55,7% de victorias (354-282) en regular season. Un excelente trabajo pero algunas promesas incumplidas (perdió tres finales de Conferencia), el peso de las expectativas de quien había sido un joven prodigio en la Universidad de Butler, de la que se hizo cargo en 2007 (con 31 años) después de seis como asistente, con diversos cargos en el organigrama. Llevó al equipo, que nunca había jugado una, a dos Final Four consecutivas, el más joven en lograr algo así (2010, 2011). Perdió las dos veces en el partido por el título, la primera por los pelos contra Duke (61-59).

Como ejecutivo, Stevens ha culminado el proceso de transformación, evolución acelerada, de unos Celtics que parecían haber encallado en el proyecto de los jays (Jayson Tatum y Jaylen Brown) en su último año en los banquillos, cuando perdieron (4-1) contra Brooklyn Nets en primera ronda después de un año en el 50% victorias. Quizá gracias a la información que manejaba por sus horas en el vestuario, pareció tener claro desde el principio qué se podía tocar (casi todo) y qué no (los jays). Traía del banquillo unos cuantos diagnósticos, era obvio, y desde entonces ha demostrado, otro asunto fundamental, que es más agresivo y flexible que Ainge. Más dinámico. Si su antecesor siempre quería ganar y exprimir cualquier operación, y por eso solía enredarse en negociaciones eternamente encalladas, él prefiere moverse, aunque sea a riesgo de equivocarse, sin miedo a poner sobre la mesa lo que haga falta, capital de draft (sacrosanto para tantos ejecutivos) y/o jugadores. Su visión ha funcionado, claro.

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DARREN MCCOLLESTERAFP

Hay tres operaciones que definen la capacidad de maniobra y el don de la oportunidad con el que Stevens ha convertido en campeón a aquel equipo que parecía tocado y casi hundido en 2021, cuando dejó de entrenarlo, y que tampoco tenía pinta, al principio, de enderezar el rumbo con Ime Udoka en el banquillo: 25-25 el 28 de enero de 2022, antes de un enorme final de curso (hasta el 51-31: 26-6 en 32 partidos) cuya inercia desembocó en las las Finales, donde mandaban 1-2 y tenía ventaja en el cuarto partido, en el Garden. Con el 1-3 a tiro, las piernas fallaron (jugaron 14 partidos entre semifinales y la final del Este, contra Bucks y Heat) y emergió Stephen Curry (de 1-2 a 4-2 para los Warriors).

Antes, el 10 de febrero de 2022, Stevens movió la primera de esas tres fichas que han acabado propiciando este título de 2024. Una racha de nueve victorias seguidas (hasta el 34-25) antes de perder con Detroit Pistons a las puertas del All Star Weekend convenció al nuevo presidente de operaciones de que el proyecto no estaba perdido. Y aprovechó la reconstrucción en la que se había metido San Antonio Spurs para hacerse con Derrick White a cambio de Romeo Langford (había sido pick de lotería en 2019), Josh Richardson, la primera ronda de 2022 (Blake Wesley) y un derecho a intercambio para los Spurs en 2028.

White tenía 27 años y había sido elegido al final (pick 29) de la primera ronda de 2017. Asomaba, después de mucho trabajo con Gregg Popovich, el guard dinámico que ha alcanzado después su techo óptimo, la mejor versión posible: excelente en defensa pese a su 1,93 (dos veces en el Segundo Quinteto Defensivo), anota casi el 40% de sus triples con casi siete lanzados por noche, es eficiente con la bola en las manos en las jugadas de pick and roll y, la guinda, un tipo adorado por un vestuario que ha ayudado a fortalecer. Jugó el Mundial 2019 con Estados Unidos, suena como recambio del (probablemente) lesionado Kawhi Leonard para los Juegos de París (un equipo en versión Dream Team) y ya ha estado en cuentas de entrar como reserva en el último All Star. Visto con poco más de dos años de perspectiva, el acierto de Stevens fue estruendoso. Y el precio, cualquier cosa menos exagerado.

Las grandes decisiones del pasado verano

Los otros dos movimientos, el jaque mate definitivo, llegaron el pasado verano, después del tremendo chasco de la última final del Este y el 3-4 contra Miami Heat: de 0-3 a 3-3 y derrota final en el Garden, todo muy difícil de explicar. Stevens, que también le dio un contrato históricamente alto a Jaylen Brown cuando muchos pedían su traspaso, sabía qué tipo de jugador hacía falta y sabía dónde estaba. Escondido a plena luz del día, a la vista de todos; descartado por muchos para el alto nivel competitivo, desterrado, en los tristes Wizards.

Para llevarse a Kristaps Porzingis, y después de unas negociaciones tensas que obligaron a rehacer una operación que se cayó en su versión 1.0, en la que iban estar metidos los Clippers, Stevens asumió el riesgo de mover a Marcus Smart, un referente del equipo en los últimos años y uno de los jugadores más queridos por el Garden. Como los Grizzlies, teóricos aspirantes en el Oeste antes de su annus horribilis, querían a Smart y los Wizards buscaban la manera de quitarse de encima el contrato de Porzingis, Stevens hizo como que pasaba por allí y se llevó al letón con, de regalo, una primera ronda de 2024 (de los Warriors con protección top 4). Y mejoró de paso su pick de 2023, que pasó a ser el 25 en vez del 35. Y solo tuvo que dejar ir, por una tan importante, a Danilo Gallinari, Mike Muscala y Julian Philips. Visto el resultado, fue una operación excepcional.

A su manera, y también obligados por una inesperada derrota en playoffs contra los Heat, los Bucks trataban de reformular su proyecto ganador (un rompecabezas desde el anillo de 2021) y convencer a Giannis Antetokounmpo de que esa tenía que seguir siendo su casa para muchos años. La forma de hacerlo fue Damian Lillard. Un voluminoso error de cálculo, al menos si juzgamos solo por el primer año del base en Wisconsin. En la operación, y para adelantarse a unos Heat que llevaban semanas flirteando con el base, los Bucks mandaron a Portland Trail Blazers a Jrue Holiday, uno de los mejores defensores exteriores de la última década y un jugador clave en ese título que cayó en Milwaukee en 2021. Los Blazers querían redirigir a Jrue, que solo hiciera escala en Oregón, para obtener más assets con los que apuntalar su reconstrucción. Y Stevens, otra vez, vio la oportunidad antes que los demás aspirantes a ser campeones.. El precio fue importante, pero otra vez mereció la pena: Malcolm Brogdon, Robert Williams (dos jugadores muy condicionados por las lesiones), la primera ronda de 2024 que habían recibido en la operación Porzingis y otra primera, de 2029.

Cuando ascendió a los despachos, en junio de 2021, Stevens también tenía claro que Al Horford no estaba acabado. Así que, básicamente su primera decisión trascendental, recuperó al pívot con 35 años y dos después de su salida del Garden. Para hacerlo demostró convicción: ventiló aquel fallido intento que había sido Kemba Walker y entregó una primera ronda de 2021 que acabó siendo Alperen Sengun, un jugador muy importante. El resto de la operación se completó con segundas rondas y jugadores menores.

Así que en dos años, después del chasco de la temporada 2020-21 y antes del inicio de la temporada 2023-24, Brad Stevens cambió totalmente el proyecto de los jays. En la temporada 2020-21, Jaylen y Jayson jugaban con Marcus Smart, Kemba Walker, Robert Williams y Daniel Theis como compañeros más importantes. Esta temporada los cuatro siguientes a ellos dos son White, Holiday, Porzingis y Horford. El mejor top-6 de la NBA y el núcleo de un equipo campeón...y bien equipado para afrontar la defensa de su trono: en una época que va a castigar con una dureza nunca vista a los muy gastadores (en lo deportivo, no solo en lo económico), los Celtics tienen con contrato a todos sus principales (incluidos Al Horford, Payton Pritchard y Sam Hauser, el fondo de armario) y cuentan, un perfecto plan de contingencia, con siete primeras rondas propias en los próximos ocho años. Otra muestra del excepcional trabajo de un Brad Stevens que llegó a los Celtics para hacer historia como entrenador… y lo está consiguiendo, cosas de la vida, como ejecutivo.

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