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BROOKLYN NETS

El duro adiós de LaMarcus: "Estoy aprendiendo a no estar deprimido"

El ya exjugador habla en The Athletic de lo difícil que está siendo gestionar su retirada y se acuerda de los Blazers: "Lo que más lamento es no haberme llevado mejor con Lillard".

El duro adiós de LaMarcus: "Estoy aprendiendo a no estar deprimido"
ELSAAFP

LaMarcus Aldridge debería estar peleando por el anillo con Brooklyn Nets, ya sin discusión el gran favorito al título 2020-21 de la NBA. Un equipo que acaba de aplastar a los Celtics (4-1) y que afronta ahora un reto mucho más complejo en semifinales del Este: los Bucks de Giannis Antetokounmpo, Khris Middleton y Jrue Holiday. El bloque del big three atómico (Kevin Durant, James Harden, Kyrie Irving), el que abrió un debate sobre normas y ética de los buyout cuando, mientras los Lakers se llevaba a Andre Drummond, pescaban a Blake Griffin y Aldridge, veteranos ilustres en busca de la gloria.

Pero, con 35 años, LaMarcus Aldridge no está en las pistas. Número 2 del draft de 2006, siete veces all star, dos en el Segundo Mejor Quinteto y tres en el Tercero, su carrera NBA ha sido estupenda. Casi 20 puntos y más de 8 rebotes en un trayecto que vivió sus mejores días en Portland Trail Blazers (fue drafteado por los Bulls y enviado a Oregón) entre 2006 y 2015. Después pasó seis años en San Antonio Spurs, donde los días de grandeza del equipo texano se estaban apagando, poco a poco. Esta temporada se perdió ocho de los once últimos partidos previos al parón del All Star, por lesión. Los Spurs ganaron seis de ellos y en los que jugó, Aldridge fue suplente por primera vez desde su año rookie. Después del All Star, acordó con los Spurs quedarse al margen mientras arreglaban su salida. El 25 de marzo acordó su buyout. Los Spurs no tenían ofertas por él y aceptaron un acuerdo por el que el jugador perdonó 7,2 de los 24 millones de dólares que le correspondían.

Tres días después firmó por la parte prorrateada del mínimo de veterano con los Nets, hasta final de temporada: algo menos de 900.000 dólares. El 1 de abril debutó con los Nets (11 puntos, 9 rebotes, 6 asistencias). El día 10 jugó su quinto partido con su nuevo equipo… y el 15 anunció su retirada. Una conmoción en la NBA. La razón, una irregularidad en su ritmo cardíaco: “Una de las cosas más aterradoras que he experimentado”. LaMarcus había jugado toda su carrera consciente de este problema, pero esta vez vio que no podía ariresgar: “Durante quince años he puesto el baloncesto por delante, ahora pondré por delante mi salud y a mi familia”. El ya exjugador sufre el síndrome de Wolff-Parkinson-White, una afección que produce taquicardias, y ha estado sometido a un estricto seguimiento médico durante toda su carrera NBA.

Así que ahora, después de más de seis semanas apartado ya oficialmente de las pistas, se ha sincerado en The Athletic con el periodista Shams Charania, al que le ha reconocido que la gestión del adiós está siendo una experiencia muy complicada: “He estado deprimido, estoy tratando de aprender a manejarme sin estar en la pista compitiendo, estoy aprendiendo a no estar deprimido. Todavía amo el baloncesto. Y todavía siento que tengo mucho que dar. Pero estoy tratando de encontrarme a mí mismo. Cuando pasas de hacer durante tanto tiempo aquello que amas a perderlo de un día para otro, es un shock. Sabía que era la decisión correcta y sin embargo tuve discusiones con mi familia, mi representante, los Nets…  todos estuvieron a mi lado y me dejaron claro que iban a acompañarme en mi decisión. No sentí ninguna presión, nadie hizo nada que no fuera apoyar y mostrar comprensión”.

LaMarcus había recuperado la ilusión y tenía el foco puesto en su primer título de campeón: “Fue muy duro porque estaba en un lugar y un equipo que me habían acogido con los brazos abiertos. Teníamos un objetivo común, algo que demostrar. Fue muy amargo tener que dejarlo, no poder jugar de repente. Era un grupo sin egos, en el que todos están al lado de todos, eso es lo que hace este juego tan divertido”.

Su último partido oficial fue un Nets-Lakers en el que no se sintió bien: “Tenía mucho que dar a ese equipo. Sentía que necesitaban lo que yo podía aportar, puntos en la zona en ataque y protección del aro en defensa. Había tenido ese problema cardiaco durante toda mi carrera, lo supo en 2006, mi primer año. Pero contra los Lakers tuve sensaciones muy extrañas, mi corazón latía de forma anormal, arrítmica. No me había pasado nunca. No tenía energía, no podía arrancar, no sabía qué me pasaba. Y, después, por la noche, me llevé un susto muy grande. Mi corazón latía de una forma que nunca lo había hecho. Sentí que, con toda la gente que depende de mí (mis hijos, mi madre…), había sido una bendición jugar quince años con este problema pero ya no merecía la pena seguir haciéndolo”.

Otro de los momentos más destacados de la entrevista es su recuerdo a Damian Lillard. Aldridge jugó sus nueve primeros años NBA en los Blazers. Allí vivió la llegada y explosión del base, con el que le hubiera gustado tener una mejor relación: “Te vas haciendo mayor y vas teniendo más sabiduría, ves las cosas más claras. Y según te vas haciendo mayor tienes menos ego, te menos mejor las cosas. Con perspectiva, me habría gustado haberme esforzado más para tener una relación mejor con Dame. A los dos nos decían muchas cosas en nuestros entornos. Eso desgastó nuestra relación, pero después nos hemos llevado mucho mejor. Me gustaría que hubiéramos hablado más, que hubiéramos intentado llevarnos mejor. Él era muy joven y estaba intentando ganarse su lugar, y yo había trabajado muy duro para asentarme en el mío. Eso es lo que más lamento”.