El Barcelona regresa a la Final Four. Buscará en Colonia su tercera Euroliga en una edición que llega tras la cancelación de 2020. Sus rivales son Armani Milán, Anadolu Efes y CSKA.
Anadolu Efes, Armani Milán, Barcelona o CSKA Moscú. Uno de estos cuatro equipos será entronizado este fin de semana como nuevo rey de la Euroliga. Lo hará a orillas del Rin, en Colonia, Alemania, y más de dos años después de la última Final Four, que se disputó en Vitoria y que dio al CSKA la octava Copa de Europa de su historia. El motivo, de sobra conocido: la enfermedad del coronavirus que paró el mundo en marzo de 2020. Una pandemia que aún sobrevuela, que no se ha marchado y que dejará las gradas del Lanxess Arena, con una capacidad de cerca de 20.000 espectadores, vacías para la gran fiesta del baloncesto europeo.
Un escenario distinto que llega tras la fase regular más competida de siempre. La quinta Euroliga con el formato de todos contra todos y la segunda con 18 equipos tuvo su clasificación más ajustada, con una diferencia de tan solo cuatro victorias entre el Barça, líder con 24, y el Khimki, octavo con 20, las mismas que el Madrid (6º) y el Fenerbahçe (7º). Casi nada. Y el playoff no le anduvo a la zaga en emoción, con tres de las cuatro eliminatorias resueltas en el quinto y último partido por primera vez en la historia y hasta cuatro remontadas de 13 puntos o más que acabaron en victoria.
Con esos prometedores precedentes, llega Colonia. Con 13 Copas de Europa y 40 participaciones en Final Four para los equipos en liza y la Liga Endesa, una vez más, presente con el Barcelona de Sarunas Jasikevicius. Ya son 16 campañas seguidas con al menos un club de la ACB entre los elegidos. Ningún otro país ha tenido tantos representantes como España en este siglo XXI: cuatro. En total son 21 presencias entre azulgranas (ocho), Real Madrid (siete), TD Systems Baskonia (cinco) y Unicaja (una). Cuatro más que Rusia y nueve por delante que Grecia.
Y cuatro cetros europeos en ese tramo, dos por barba, para Barça y Real, los mismos que un CSKA que ha hecho de la Final Four su destino natural: suma 17 participaciones, 9 consecutivas, de 18 posibles desde 2002. El ogro ruso, ya sin Mike James (se ha ido a Brooklyn Nets), aspira a igualar en el palmarés al Madrid (10) y a igualar lo que casi es un imposible con este formato, repetir título; un hito que en las 35 Final Four anteriores solo han alcanzado tres equipos: la Jugoplastika de Kukoc, que encadenó tres (1989, 90 y 91); el Maccabi de Jasikevicius, Parker y Vujcic (2004 y 05); y el Olympiacos de Spanoulis (2012 y 13).
Para conseguirlo, los de Dimitris Itoudis primero tendrá que superar en semifinales al nuevo gigante de Europa, el Anadolu Efes, en la reedición de la final del Buesa Arena. Su segunda presencia seguida en la Final Four, la cuarta de siempre, llega tras el susto que le dio el Real Madrid en cuartos de final. Un toque de atención para el superequipo de Ergin Ataman, que presente el mejor backcourt del Viejo Continente con Shane Larkin, un torbellino capaz de romper un partido en un puñado de jugadas, y Vasilije Micic, probablemente el mejor y más completo generador de juego que hay ahora mismo en Europa.
Pero los turcos no fueron los únicos que recibieron un aviso en unos cuartos de final histéricos. El Milán y el Barça caminaron por el filo del precipicio ante el Bayern y el Zenit, respectivamente, antes de cazar un billete para la lucha por el título que se les ha resistido. A los azulgrana, siete años, desde Milán, y a los italianos… 29: Estambul 1992. Mucho ha cambiado para ambos.
El Barça se ha remozado y vuelto a remozar hasta definir una plantilla de muchos quilates que solo tiene una misión: acabar con una sequía que supera la decena de años (París, 2010). Todo se ha construido para ello, para ganar un título que permitiría a Pau Gasol mirar de tú a tú a Toni Kukov como los únicos en conquistar NBA, Euroliga, Mundial y Eurobasket. Un transatlántico que medirá en semifinales el resurgir del baloncesto italiano y del Milán, que tras una crisis deportiva colosal, modificó los pilares de la institución con la llegada en 2008 del empresario de la moda Giorgio Armani. Después de años de caminar ciego por un laberinto, el Milán ve la posibilidad real de alcanzar la luz tras crear una plantilla colosal para el segundo proyecto de Ettore Messina y de Sergio Rodríguez. El base canario aspira a su tercera Euroliga con su tercer equipo diferente tras las logradas con el Madrid y el CSKA. Mucho en juego en Alemania. Colonia espera al nuevo rey de Europa.
Es uno de los últimos retos de una carrera formidable, de leyenda: si el Barça se lleva la Final Four de Colonia, Pau Gasol se convertirá, junto a Toni Kukoc, en el único jugador en ganar Euroliga, NBA, Eurobasket y Mundial.
Cualquier discusión sobre quién ha sido el mejor jugador de la historia del baloncesto europeo contará con una larga lista de candidatos. Algunos apostarán por Arvydas Sabonis, otros por Dirk Nowitzki y seguro habrá quien apoye a Drazen Petrovic. Pero en todas las quinielas, absolutamente en todas, habrá seguro dos nombres: el de Pau Gasol y el de Toni Kukoc. Dos de los jugadores más importantes del baloncesto europeo de las últimas tres décadas, y quienes más trofeos atesoran. Ambos han sido campeones de la NBA (Gasol en dos ocasiones y Kukoc en tres) y se han alzado con un Mundial y un Eurobasket. Solo la Euroliga, que Kukoc ganó tres veces de forma consecutiva con la Jugoplastika a finales de los 80, les separa. Una diferencia que Pau puede borrar este fin de semana.
No escondió Pau a su llegada a Barcelona que la Euroliga era el gran objetivo, tanto personal como colectivo. Es evidente que en el horizonte están unos Juegos de Tokio que pueden ser un colofón maravilloso a la carrera del de Sant Boi, pero antes quiere ganar el único título de clubes que le falta. Para ello vino a Barcelona y por ello el Barcelona quiso contar con él. Su experiencia y bagaje competitivo en partidos definitivos es sin lugar a dudas una de las cualidades de Pau. Y Jasikevicius, que le conoce perfectamente, lo sabe.
Durante todos estos meses en los que Pau ha vestido la camiseta del Barça, desde el club, en consonancia con el jugador, se ha marcado un plan de entrenamiento que le ha de llevar a estar a un buen nivel este fin de semana en Colonia. Tras dos años sin competir, Pau requería de un proceso de adaptación, tanto al ritmo competitivo como al equipo. Un proceso que arrancó con actuaciones discretas, sobre todo en Europa, pero que ha ido mejorando a medida que pasaban las semanas. Se le ha visto mucho más cómodo en la competición doméstica que en Europa, pero en el quinto partido de la serie de cuartos ante el Zenit de San Petersburgo dio buena muestra de lo que todavía puede aportar. En una serie muy apretada en la que el Barça tuvo muchos problemas para deshacerse del equipo ruso, Gasol acabó siendo determinante.
Y es que si Pau Gasol no ha ganado la Euroliga es, simplemente, porque se marchó a la NBA muy joven. Nadie duda que su potencial en Europa hubiese llevado al Barça tarde o temprano a alzarse con el título, pero tan solo le dio tiempo a ganar una Liga y una Copa en la temporada que jugó de forma íntegra con el primer equipo. Con 21 años, hizo las maletas hacia Memphis como número tres del Draft. Fue, en su momento, el jugador elegido en la posición más alta no formado en Estados Unidos. Kukoc, que llegó con 25 años a Chicago, fue drafteado en la posición 29.
"Crecí fijándome en Kukoc, veía que jugaba de la forma que yo quería jugar"
Pau Gasol, sobre Toni Kukoc
La dilatada carrera tanto de Kukoc como de Pau les llevó a enfrentarse en la NBA, entre 2002 y 2006, en once ocasiones. El catalán vistió siempre la camiseta de los Grizzlies, mientras que Kukoc jugó dos partidos con los Atlanta Hawks y el resto con los Bucks. Unos enfrentamientos especiales para Pau, quien siempre tuvo al croata como un referente: “Cuando era un adolescente crecí fijándome en Kukoc. Era un referente en Yugoslavia y en la Benetton. Veía que jugaba de la forma que yo quería para mí. Era en quién me fijaba. Me gustaba lo que era capaz de hacer, sus habilidades...” comentó Pau en 2015. Una admiración compartida por el de Split, que unos años antes alabó a Gasol: “Es un jugador muy bueno, pero ahora con mucha más experiencia después de ganar campeonatos y participar en los All Stars. Es uno de los mejores jugadores de Europa que ha jugado en la NBA”.
Y los números así lo corroboran. Gasol le superó en prácticamente todas las estadísticas, jugó más temporadas en la NBA y fue seis veces all star, algo que no consiguió Kukoc. Ambos formaron parte de dos equipos legendarios, dos que eran mucho más que los Bulls de Michael Jordan o los Lakers de Kobe Bryant, y en los que participaron decididamente de su éxito. Probablemente sea imposible determinar quien fue mejor, cada uno puede tener sus preferencias, pero Gasol tiene en su mano una última oportunidad para igualarle en lo más alto del olimpo del baloncesto europeo.
La historia de la máxima competición continental está repleta de jugadores que dejaron una huella imborrable, gente como Dino Meneghin y Clifford Luyk, por ejemplo, que levantaron más títulos que nadie, siete y seis, respectivamente. El carismático pívot italiano lo hizo con dos clubes, el Varese y el Olimpia Milán, y el español apiló todos sus éxitos en el Real Madrid. Les siguen con cinco trofeos Aldo Ossola (Varese) y Fragiskos Alvertis (Panathinaikos) y con cuatro aparecen varias leyendas blancas: Wayne Brabender, Emiliano, Lolo Sainz, Sevillano y Cristóbal Rodríguez.
Y también el ahora entrenador del Barça, Sarunas Jasikevicius, aunque su caso es excepcional porque celebró sus cuatro éxitos como jugador con tres equipos diferentes: el Barça en 2003, el Maccabi en 2004 y 2005 y el Panathinaikos en 2009. El lituano pelea ahora por aparecer en otra limitadísima lista de elegidos, la de los que alzaron el trofeo como jugador y luego como entrenador. Son apenas tres: el armenio Armenak Alachachian, campeón dos veces vestido de corto y una como técnico en la década de los 60, todas con el CSKA; el español Lolo Sainz, cuatro como jugador en los 60 y dos como entrenador en los 70, las seis con el Madrid, aunque la rozó también en el banquillo del Joventut en 1992; y el serbio Svetislav Pesic, campeón en 1979 con el Bosna Sarajevo y en 2003 al mando del Barcelona.
Un récord, el de Jasikevicius y sus títulos con tres clubes diferentes, que pueden igualar en la Final Four de Colonia otros dos jugadores a la vez, ya que comparten equipo en el Armani Milán: Sergio Rodríguez y Kyle Hines, ambos nacidos en 1986. El Chacho, que cumplirá 35 años el 12 de junio, logró la novena del Madrid en 2015, uno año después de ser elegido MVP de la Euroliga, y luego triunfó con el CSKA en 2019 junto a Hines. Ahora, persigue la tercera con tres equipos diferentes. De hecho, es el único jugador nacido en España que se ha coronado con una escuadra extranjera. A su lado, Hines, un pívot que sin zapatillas no supera el 1,95; pero que encadena nueve Final Four, solo por detrás de las 12 de Victor Khryapa. Y uno de los diez integrantes del equipo de la década 2010-19 en la Euroliga tras ser elegido dos veces mejor defensor del curso (2016 y 18) y agrupar cuatro trofeos, dos con el Olympiacos (2012 y 13) y otros dos con el CSKA (2016 y 19).
Chacho y Hines, además de Datome, han sido la apuesta de Messina y su Armani por la experiencia competitiva, la de jugadores que han demostrado que saben cómo ganar y que han devuelto al Olimpia a la Final Four 29 años después de su última presencia en 1992. Ahora pretenden un título que se le resiste al club desde 1988, en tiempos de Meneghin. Hines es, con 38 partidos, el que más encuentros ha jugado de su equipo en la Euroliga este curso tras promediar 24:23 minutos en pista y 7,9 puntos, 4,4 rebotes, 1,9 asistencias y 9,9 de valoración. Mientras que el Chacho ha disputado 35 duelos con medias de 20 minutos, 9,6 tantos y 4,5 pases de canastas para 10,8 de valoración. Dos veteranos que hacen mejores a sus compañeros.
Ettore Messina y Sarunas Jasikevicius. Dos entrenadores campeones de Europa frente a frente. Suman ocho cetros del Viejo Continente, cuatro por cabeza. El italiano, 61 años, siempre en el banquillo y con dos equipos diferentes (un par en la Virtus y otro con el CSKA), mientras que el lituano, 45 años, siempre sobre la pista y con tres equipos diferentes, algo casi imposible: uno en Barcelona, otro en Atenas con el Panathinaikos y dos en Tel Aviv como jugador del Maccabi.
Un palmarés enorme de dos técnicos de generaciones diferentes que han llegado a Colonia por caminos distintos, aunque ambos con aura de salvadores, como hijos pródigos. Messina, tras regresar a Italia desde una NBA donde pasó cinco años como entrenador asistente de Gregg Popovich en San Antonio Spurs. Su misión era recuperar la versión de élite olvidada en Milán, que sumaba 29 años sin alcanzar la Final Four. Con él, a la segunda (la primera, inconclusa por la COVID), se ha llegado con 21 triunfos en 34 partidos en fase regular y un sufrido triunfo (3-2) en cuartos de final contra el Bayern.
Jasikevicius y su estilo vehemente en la banda retornaron a Barcelona este verano siete años después de su última etapa en el club. Y lo hizo tras tres intentos fallidos de sacar al lituano de su Zalgiris Kaunas natal, donde se forjó la imagen de entrenador especial y mágico: clasificó a los bálticos para la Final Four de Belgrado en su segunda temporada completa en el banquillo y tras 19 años de eterna ausencia. Ahora, quiere repetir en el Barça éxitos pasados y el primero ya lo tiene con la vuelta al penúltimo escalón por el título siete años después de su última presencia entre los cuatro mejores de Europa.
Si en una semifinal un clásico de los banquillos europeos se mide a uno de los referentes de la nueva hornada de entrenadores, la otra será una lucha entre disciplina y pasión. Dimitris Itoudis y Ergin Ataman medirán fuerzas en la semifinal que abrirá la Final Four. El primero, con el CSKA Moscú: su casa desde 2014 y en la que estará hasta 2023. Toda una vida que le ha permitido forjar un equipo campeón, uno de los grandes dominadores de la escena continental con dos Euroligas y favorito cada vez que se abre el telón. Pero no está todo en el éxito, también en la filosofía: intensidad al límite en su propio aro, creatividad en el ajeno y trabajo y sacrificio innegociables por el bien del colectivo. Un dogma grabado a fuego tras pasar 13 años bajo el ala del gran señor de la Euroliga, Zeljko Obradovic.
Enfrente, puro fuego. A Ataman lo amas o lo odias. Y normalmente eliges una opción o la contraria dependiendo de si es tu entrenador o no. Con el turco no hay término medio. Agresivo y emocional, sus ruedas de prensa llegan a ser todo un espectáculo si decide ponerse juguetón: de preguntar a un periodista sin tiene algún problema mental a criticar un arbitraje en el Palau (“no habrían ganado ni los Warriors”).
Una institución en Turquía, ve ahora como su gran sueño se acerca: la Euroliga. Y con un Anadolu Efes al que cogió como último en la clasificación en 2018 y ha hecho crecer constantemente hasta alcanzar un balance de 66-26 y ya dos Final Four. Que serían tres si la pandemia no hubiera detenido la competición en seco en marzo de 2020. El pasado año, el Efes de Ataman era el gran favorito. ¿Ahora? Habrá que preguntar al CSKA de Itoudis qué opina.
Olimpia Milán, donde el dorsal ‘4’ está maldito
El Armani Milán fichó en 2019 a Luis Scola y, tras más de dos décadas batallando con el dorsal ‘4’, eligió el ‘40’. ¿Otro compañero lucía el ‘4’? No. ¿Quería apostar por un número distinto? Tampoco. La explicación era otra, no podía llevar el ‘4’ porque en el club milanés el 4 está maldito desde el 4 de abril de 1944, hace ahora 77 años.
Cuenta la leyenda que el fundador del Olimpia, también presidente y hombre de negocios, Adolfo Bogoncelli, fue diagnosticado de poliomielitis, una enfermedad viral contagiosa que puede afectar a la médula y causar parálisis, el 4 de abril de 1944, es decir, el 4-4-44. Desde aquella fecha, Bogoncelli consideró el 4 como un número prohibido por fatídico (incluyan también el 44, aunque no otros como el 14, el 24, el 34 o el 40 que escogió Scola).
No siempre se pudo cumplir el deseo del histórico presidente, porque durante muchos años la FIBA solo permitía una numeración comprendida entre el 4 y el 15. Así que hubo jugadores que lo vistieron, incluso con éxito, y el propio club lombardo apunta ahí el nombre de Sasha Djordjevic. Pero ahora que tanto la FIBA como la Euroliga no limitan los dorsales de dos dígitos solo hasta el 15 o el 20, no hay razón para no respetar la tradición del Olimpia Milano y seguir considerando el 4 como un número nada recomendable. Nadie desde que se creó la Euroliga en 2000 lo ha llevado en la competición. Y quizá tampoco nadie, y nos referimos aquí al resto de equipos, lo luzca sobre el parqué de Lanxess Arena de Colonia. En el Barça, ningún jugador lo luce y, en la otra semifinal, el ‘4’ del Efes es Dogus Balbay, que solo actuó un total de 8 minutos en el playoff de cuartos ante el Madrid, y el del CSKA, el joven Alexander Khomenko, que acumula 85 minutos este curso, aunque quedo inédito en el playoff.
CSKA, el club de los casi 500 campeones olímpicos
El PBC CSKA es un acrónimo que significa Club de Baloncesto Profesional del Club Deportivo Central del Ejército, de ahí que se le conozca como el equipo del Ejército Rojo. Ahora se encuentra en manos privadas porque su dueño, y también principal patrocinador, es la compañía metalúrgica y minera Nornickel, del norte de Rusia, que además de refinar nickel y paladio, procesa oro, plata, selenio… La sección de baloncesto del CSKA es una de las más reconocidas de Europa (ocho Euroligas, solo por detrás de las diez del Madrid) y un descendiente del ‘Gran CSKA’, el club que compitió en más de diez deportes de equipo, también en categoría femenina, y que incluyó en sus filas a gimnastas y patinadores. Una sociedad deportiva que recibió la Orden de Lenin en 1973 y que ha dado cobijo a casi 500 campeones olímpicos bajo la bandera de la Unión Soviética y de Rusia. Y a más de 2.500 medallistas de oro entre campeonatos de Europa y Mundiales.
El club se creó en 1911, aun bajo el Imperio Ruso de los zares, unos cimientos que se pusieron sobre la base de una sociedad de esquí fundada diez años antes, en 1901, aunque el baloncesto no llegaría hasta finales de 1923, cuando se creó el equipo bajo un departamento del servicio de educación militar general de la antigua Unión Soviética, ya tras la revolución de 1917. Para el primer gran éxito habría que esperar más de 20 años, hasta 1945, cuando logró el título de la URSS con el nombre CDKA (Casa Central del Ejército Rojo). Su nombre fue cambiando, pero la esencia era la misma: CDSA (Casa Central del Ejército Soviético) y CSK MO (Club Deportivo Central del Ministerio de Defensa). Y desde 1960 ya bajo el nombre de CSKA.
Efes, de segunda a la Copa de Europa en un año
El Anadolu Efes es un equipo acostumbrado a apariciones fulgurantes, lo vimos en 2019, cuando pasó de ser colista de la Euroliga un año antes a cargarse en semifinales al Fenerbahçe de Obradovic. Aquello nos recordó a su origen, a sus vertiginosos primeros años de vida. El club había visto la luz en 1976 tras ocupar la plaza de un equipo con dificultades económicas en la segunda división turca. Ya en su segunda temporada de existencia, la 77-78, ascendió de categoría como primer clasificado y, en su tercer curso, el del debut en primera división, ganó la Liga de 1979 y se clasificó para la Copa de Europa. En algo menos de medio siglo ha sumado 14 campeonatos turcos, cinco más que el segundo en el palmarés, el Fenerbahçe.
Desde su inicio, el club llevó el nombre de Efes Pilsen, la famosa cerveza perteneciente a Anadolu Efes, cuya matriz es el Grupo Anadolu, pero en 2011 tuvo que cambiar de nombre debido a que en Turquía, como había sucedido años antes en los países de la Unión Europea, se prohibió las publicidades de tabaco y alcohol en el deporte. El equipo pasó a llamarse Anadolu Efes, compañía que también comercializa cervezas sin alcohol y refrescos en Turquía, Rusia, Europa del Este, Asia Central y Oriente Medio.
El Grupo Anadolu se había creado en la década de 1950 y la cervecera en 1969 con el nombre de Efes, que en turco significa Efeso, la antigua ciudad jónica a orillas del mar Egeo y próxima a la fábrica de la compañía en Esmirna. El respaldo empresarial ha mantenido al club en la élite europea, pese a algunos altibajos. En los noventa despegó con cinco Ligas turcas en seis años y, en 1996, ganó la Copa Korac tras derrotar en la final al Olimpia Milán por 146-145 en el global de los dos partidos. Era el primer título europeo de un club turco y la hinchada aún recuerda a Petar Naumoski, Ufuk Sarica, Conrad McRae y un joven Mirsad Turkcan. Ahora, en la Final Four de Colonia, aspira a dar el salto definitivo, de ser colista a ganar el título en tres años con una pandemia de por medio. A ver.
Barça, a la novena: el que la sigue la consigue
Pocos clubes han sufrido tanto para ganar la Euroliga como el Barça, paradigma del camino a seguir para conquistar el gran trofeo continental. Y es que nadie ha sido más fiel a la máxima de “volver siempre para seguir intentándolo”, porque nadie lo intentó más que el Barça. Esa es la realidad. Pero el deporte, a veces, no solo depende de uno mismo y los azulgrana tuvieron la mala fortuna de coincidir en uno de sus mejores momentos, cuando los Solozábal, Epi y Norris lucían en plenitud en un bloque muy bien estructurado, con el que quizá sea el rival más temible de la historia del baloncesto europeo, la Jugoplastika de Kukoc y Radja.
Desde el debut culé en la Copa de Europa en la temporada 81-82, en la que acabó cuarto (entonces solo participaba el campeón de Liga y se disputaba una liguilla de seis equipos en la que los dos primeros jugaban la final), hasta el primero de sus dos títulos en 2003 con Jasikevicius, Navarro, Bodiroga, Fucka y Dueñas, padeció hasta ocho eliminaciones en semifinales o en la final, la mayoría con Aíto de entrenador. Siete en la Final Four y una, antes de que se apostara por ese formato, en 1984, en una final clásica. El verdugo de ese primer sinsabor, el Banco di Roma de Larry ‘Libélula’ Wrigth y Clarence Kea.
Tras la primera decepción, llegaron tres más seguidas ante los croatas de la Jugoplastika entre 1989 y 91. Y en cascada se sucedieron la derrota frente al Joventut, a la postre campeón, en semifinales de 1994; el tapón ilegal de Vrankovic a Montero en 1996; la exhibición de David Rivers frente a Djordejvic en 1997; el muro de Nate Huffman y su Maccabi en la semifinal de 2000… Hasta nueve reveses, cada uno más duro que el anterior, antes de tocar la gloria en casa, en un enardecido Palau Sant Jordi, el 11 de mayo de 2003. La espera había merecido la pena y, tras añadir otras dos Final Four disputadas sin éxito, pronto, en 2010, llegaría la segunda conquista, de nuevo con otro equipo de ensueño: Ricky Rubio, Navarro, Mickeal, Lorbek, Morris, Vázquez, Ndong…
Daniel Hackett - Vasilije Micic
Hackett ya es santo y seña del CSKA, club al que llegó en el verano de 2018. Esta ha sido su mejor curso en el equipo del Ejército Rojo (9,2 puntos y 2,3 asistencias para 10,6 de valoración y de los mejores en el playoff frente al Fenerbahçe), con el que conquistó la Euroliga hace dos años. Pero en la Final Four de Colonia le toca el más difícil todavía, porque si hay un base que ha marcado el juego esta campaña ése es Vasilije Micic. Codiciado por muchos, deseado por todos, el serbio dará el salto a la NBA este verano y pretende hacerlo con la que sería su primera Euroliga. Un generador de juego, que sabe marcar el tempo del partido, que también presume de muñeca y que no ha podido jugar un año mejor: ha batido su récord en puntos (37), rebotes (8), asistencias (13), robos (5) y valoración (44). Problemas, por lo tanto, para Hackett.
Iffe Lundberg - Shane Larkin
Hay pocos jugadores como Shane Larkin en Europa. La pasada temporada, la pandemia evitó que acabara como MVP unánime del curso europeo y aunque en esta campaña ha sido algo más terrenal, el de Ohio ha mejorado mucho en esta recta final de temporada. Peligrosísimo. Desequilibrante en el uno contra uno y con una muñeca prodigiosa, siempre está muy atento a las líneas de pase. Un jugador completísimo. En febrero de este año, el CSKA pescó en el mercado a Iffe Lundberg por los recurrentes problemas con Mike James, un jugador talentoso pero que le estaba dando muchos quebraderos de cabeza al CSKA y a Itoudis y que finalmente se marchó a EE UU. Lundberg llegó al equipo ruso procedente del Zielona Gora polaco y está sorprendiendo para bien. Promedia 10,9 puntos (con un 44,9% de acierto de tres) y fue el mejor en el pase del CSKA a la Final Four (22 puntos y 32 de valoración en el tercer partido frente al Fenerbahçe).
Nikola Milutinov - Bryant Dunston
El pívot del CSKA fue uno de los fichajes más sonados del verano (era uno de los objetivos del Barça para sustituir a Ante Tomic), pero se lesionó a finales de enero y el equipo ruso tuvo que reforzarse (llegó Michael Eric). A pesar de que parecía que había dicho adiós a la temporada por una lesión en el hombro, según comentan en Rusia su recuperación ha ido bien y podría regresar en la Final Four. Milutinov estaba siendo el mejor reboteador del curso, 8,6 rechaces a los que ha añadido 9,8 puntos para 19,7 de valoración en su primera temporada en Moscú. Con el permiso de Tavares, uno de los mejores cincos de la competición. Con algunos centímetros menos (2,03) se presenta Dunston, un pívot muy físico sobre el que ha crecido el Efes estos años (es el segundo jugador con más partidos en la historia del club). El americano vive una auténtica pesadilla desde el tiro libre (60,2%), pero puede aportar mucho atrás.
Nick Calathes - Sergio Rodríguez
Sergio Rodríguez no suele salir de inicio en el Armani Milán (Malcolm Delaney ha sido titular en 31 de los 33 partidos que ha disputado), pero con él en pista, Messina ha encontrado muchas veces la clave para desatascar un partido. Dos de los mejores pasadores de la competición estarán frente a frente en la segunda semifinal de Colonia. A Calathes no le ha costado mucho adaptarse al Barça y ha conectado muy bien con los pívots azulgrana y qué decir del Chacho, que esta temporada se la lio a sus ex del Madrid (37 de valoración, su tope en la competición) y, posiblemente, sea más peligroso en ataque que el base del Barça. Sergio, campeón con el Real Madrid en 2015 y con el CSKA en 2019, aspira a su tercera Euroliga con tres equipos diferentes; Calathes tiene una con el Panathinaikos (2011).
Cory Higgins - Kevin Punter
Duelo de killers en el Barça-Armani. Higgins aterrizó en el verano de 2019 en la Ciudad Condal tras levantar la Euroliga con el CSKA en Vitoria, dando un recital en la final contra el Efes (20 puntos y 4/5 en triples). Para muchos, él debería haber sido el MVP de aquella Final Four. El ahijado de Michael Jordan ha sido el segundo máximo anotador del Barça en Europa (sólo por detrás de Nikola Mirotic) con 12,9 puntos de media y fue de los más entonados en la eliminatoria contra el Zenit. Kevin Punter estaba brillando el pasado curso en el Estrella Roja y su salto a un equipo con más presupuesto (y presión por volver a la Final Four) no ha hecho resentir sus números. Este curso ha promediado 14,4 puntos, con casi un 40% de acierto desde la línea de 6,75. Un gran tirador, un jugador al que no le puede la presión, pero que se ha sentido algo infravalorado. "Creo que mucha gente no me ha tenido en cuenta", se quejaba en una entrevista con Eurohoops.
Nikola Mirotic - Luigi Datome
Uno de de los fichajes más sonados del pasado verano en Europa fue el regreso de Gigi Datome a Italia. El ala-pívot ponía punto final a su etapa en el Fenerbahçe turco, al que llegó en 2015 procedente de la NBA y con el que conquistó la Euroliga en 2017. A sus 33 años, Datome se ha sentido cómodo saliendo desde el banquillo y ha demostrado que no se le ha olvidado tirar de tres (51,7% en triples). El equipo que más le ha sufrido este año ha sido el Valencia Basket, que vio como el partido se le escapaba ante un Datome en estado de gracia (6/8 en lanzamientos de tres puntos). Mirotic ha mostrado dos caras en esta Euroliga: el más valorado en la fase regular de la competición (22 créditos) tuvo un papel mucho más discreto en los cuartos ante el Zenit (7,6). Eso sí, Mirotic ha sido elegido (por primera vez en su carrera) dentro del cinco ideal de la Euroliga.