Una pesadilla para Niko Mirotic
El Barça necesita a su estrella, que está en un nivel bajísimo, en el quinto partido. El montenegrino decepciona por ahora. Como Abrines, Calathes o un Jasikevicius perdido.
El Barcelona está en un lío. Un quinto partido siempre lo es. Y más cuando la Final Four es casi una obsesión después de no haberla disputado desde 2014. Y con el mal recuerdo de los últimos quintos partidos en los que se ha visto implicado en Europa: derrota contra el Efes en 2019 (3-2) y derrota contra el Lokomotiv Kuban en 2016. Las dos a domicilio, eso sí, pero la segunda después de desaprovechar un 1-2 a favor con el cuarto partido en el Palau Blaugrana. El último quinto partido que no acabó con disgusto fue en 2013, 3-2 al Panathinaikos.
El equipo de Sarunas Jasikevicius parte como favorito pero jugará con una enorme presión ya que una derrota el martes (21:00) sería un golpe estrepitoso, un desastre después de una fase regular en la que el equipo azulgrana fue en muchos momentos el mejor de la competición y, de hecho, acabó como líder. Eso le valió un cruce con un Zenit que parecía, a priori, el equipo más débil de octavos, un bloque sólido pero limitado que se había clasificado in extremis, tras ganar sus dos partidos aplazados con el calendario ya consumido y dejando fuera al Valencia Basket. El equipo de Xavi Pascual, cuyo planteamiento está siendo magistral, cuenta además con dos bajas importantísimas: Mateusz Ponitka y Arturas Gudaitis, dos de los cuatro jugadores más valorados del equipo en la fase regular.
Pero así es el baloncesto. El Barcelona perdió el primer partido, jugó agarrotado el segundo y salvó los muebles en la prórroga y ganó el tercero en San Petesburgo. Con 2-1 a favor y el factor cancha recuperado, quienes pensaran que el equipo de Jasikevicius se habría liberado de miedos y mostraría su teórica superioridad se equivocaban: el cuarto fue una exhibición de impotencia y dudas de un Barça irreconocible, desdibujado, sin soluciones ni actitud. Un equipo que no está en un buen momento, que ha caído en la trampa de su rival y que por ahora ha tenido pocas ideas para escapar de ella más allá de apariciones individuales. Eso son malos presagios de cara al quinto partido. En el Palau, sin público y con una vitola de favorito que veremos si empuja o estrangula.
-Niko Mirotic ha desaparecido del mapa. El ala-pívot español de origen montenegrino está viviendo una pesadilla en la eliminatoria de cuartos. Fuera de ritmo, sin confianza, sin acierto en ataque, sin dureza en defensa, desaparecido en muchos tramos de los partidos y negado cuando intenta aportar. El jugador más valorado de la primera fase tiene que aparecer en el quinto y liderar a su equipo, algo que ya ha sido un problema para él en otros momentos de su carrera. En la fase regular, Mirotic promedió 16,9 puntos, 6,3 rebote y 22 de valoración. Contra el Zenit está en 9, 3,8 y 7,3. Y las sensaciones son incluso peores que los números. Él, particularmente, se juego mucho en la final del próximo martes.
-Un equipo sin ideas en ataque. Según han ido avanzando los partidos se ha hecho más patente que Sarunas Jasikevicius ha ido siempre a remolque de un Pascual que ha echado el cepo al normalmente brillante ataque del Barça. El equipo azulgrana ha pasado de 80,6 puntos en la fase regular a 73,5, de 91,4 de valoración a 79,7. Sus tiros de 2 han caído de un 54,8% a un 44% (solo 70 anotados en cuatro partidos), sus triples entran en buen porcentaje (42,4%) pero en escaso número (25 en cuatro partidos, poco más de 6 de media). El Barcelona apenas reparte, otro problema serio, 12,5 asistencias y apila 11 pérdidas, así que apenas suma en el ratio asistencias/pérdidas, una señal obvia de su evidente falta de fluidez en ataque. En ese dato el Zenit viaja en 17,6 asistencias por 12,2 pérdidas. Anota 78,1 puntos y valora 87 de media. Con un 56,9% en tiros de dos y casi un 48% en triples con 28 anotados. Los números son rotundos: después de cuatro partidos de serie, el Zenit ha sido mejor.
-Abrines se queda sin puntería. Casi todos en el Barcelona están por debajo de su nivel, pero llama la atención que Álex Abrines no haya anotado ni un triple en lo que va serie. Ha fallado los tres que ha intentado. Valora en negativo y promedia 0,8 sin la concentración que la ha hecho otras veces un jugador desequilibrante también en defensa. El mallorquín es otro de los jugadores que puede cambiar totalmente el panorama si recupera su nivel el martes.
-El efecto Pau Gasol no existe. Pau Gasol solo ha jugado 4:33 de media en tres de los cuatro partidos. Pasó de ser titular en el primero a no jugar en el segundo y no ha tenido buenos minutos tampoco en los dos partidos de Rusia. Su media es de 1,7 puntos y 1,3 rebotes. El de Sant Boi, que en la ACB sí ha podido jugar buenos tramos, acaba de reaparecer después de dos años lesionado y da la sensación de que una eliminatoria de esta exigencia en lo físico le ha llegado en mal momento.
-El laberinto de Jasikevicius. El entrenador lituano está maniatado, no ha ofrecido soluciones claras para que su equipo coja ritmo después de caer en la emboscada de Pascual, que ha articulado su defensa en base a no dejar que los azulgrana circulen y consigan buenos tiros a base de acumular pases. Obligados a ataques en uno contra uno, los jugadores del Barça han sobrevivido a duras y gracias a Brandon Davies, que fue el héroe de los dos triunfos pero desapareció en el cuarto. Jasikevicius tampoco ha parecido tener claras las rotaciones, los patrones de cambios ni las combinaciones en pista según los momentos de partido. Él también tiene deberes de cara al duelo del martes.
-Los referentes en horas bajas. No es solo Mirotic. Hanga apareció (fue decisivo) en la resolución del segundo partido pero ha tenido poco peso después, Claver no está bien físicamente y entra y sale del equipo, Higgins suma pero sin la lucidez de otras veces y a Kuric, con tramos notables, le cuesta más ejercer de especialista en medio del caos general. Todo lo contrario a un Zenit que sabe de memoria lo que tiene que hacer, con Kevin Pangos magistral y muy por encima por ahora de Nick Calathes en el puesto de base; paciencia para circular y encontrar a los tiradores (Rivers, Hollins, Baron…), muchas veces al filo de la posesión, y muchísimo físico en defensa. Al límite, con intensidad y confianza, el Zenit se ha subido definitivamente a las barbas del Barcelona. Queda un asalto, a todo o nada en el Palau, el martes. El premio es el mayor posible: un billete para la Final Four de Colonia.