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PLAYOFFS NBA | LAKERS 97 - 112 ROCKETS (0-1)

LeBron desaparece y Harden se pasea ante los peores Lakers

Los Lakers fueron todo el partido por detrás y se quedaron sin respuestas ante unos Rockets que hicieron lo que quisieron. LeBron, 0 puntos en el último cuarto.

LeBron James, cabizbajo, durante el primer partido de las semifinales de la Conferencia Oeste, correspondiente a los playoffs de la NBA 2020, que ha enfrentado a Los Angeles Lakers y a Houston Rockets
LeBron James, cabizbajo, durante el primer partido de las semifinales de la Conferencia Oeste, correspondiente a los playoffs de la NBA 2020, que ha enfrentado a Los Angeles Lakers y a Houston RocketsMike EhrmannAFP

Una cosa es segura: así, los Lakers no van a ganar el anillo. Ni van a superar a unos Rockets que tienen las cosas mucho más claras que ellos. Es lo que ha parecido en el duelo inaugural de las segundas semifinales del Oeste, las últimas de toda la NBA en ponerse en marcha y la tercera en la que el equipo visitante se hace con la victoria. Aparentemente, ya que no hay ventaja de campo ni nada que se le parezca. Algo que no cambia las cosas para Houston, que si muere va a ser con las botas puestas y con la certeza de que llevaron su desvergonzado estilo más allá del extremo en el que ya lo tienen. Los texanos dominaron a los Lakers, fueron todo el partido por delante, no se dejaron intimidar ante la diferencia de centímetros y defendieron de forma brutal mientras atacaban como lo saben hacer, con una importancia capital del triple y un culto a la personalidad representado por un Harden que, con 36 puntos, fue el líder de los suyos en un estreno de eliminatoria que deja dudas.

La principal, si LeBron va seguir su racha o va a caer en semfinales por primera vez desde 2010, cuando militaba en los Cavs y los Celtics le apearon del sueño de un anillo, algo que constituyó la previa de The Decision y el inicio de la segunda parte de una de las historias más espectaculares que jamás ha visto la mejor Liga del mundo. Mucho tendrá que cambiar también El Rey si quiere su cuarto anillo y su ligar definitivo en la hisotria. Si la serie ante los Blazers acabó con buenas sensaciones para él, el desarrollo del primer partido ha demostrado cosas radicalmente distintas. Apenas 20 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias (un mal partido para él), pero 4 pérdidas (15 totales del equipo), un -15 con él en pista y 0 puntos en el último cuarto, algo que ha penalizado a los Lakers en demasía y que ha propiciado que los Rockets sentenciaran y que pasaran de tener una ventaja de 6 puntos con el que se inició el cuarto periodo, a provocar que los angelinos bajaran los brazos y dieran por imposible una remontada que ya nadie esperaba.

Otro que se lo tendrá que hacer mirar será Frank Vogel, sin respuestas ante el sistema de D'Antoni. Perdido en los emparejamientos, incapaz de encontrar respuestas en ataque más allá de unos triples que, otra vez, no han entrado (11 de 38, un drama) y sin saber si poner acumulación de centímetros o ceder al small ball del rival. Vogel ha utilizado en exceso a un Rondo que volvía tras seis meses lesionado y que en su retorno ha disputado casi 25 minutos (8+3+4), no ha conseguido cerrar en defensa las esquinas, con Tucker y Gordon siempre preparados y sus defensores llegando tarde. Y la combinación de quintetos se le ha atragantado ante unos rivales que exprimen su estilo y no se amedrentan en el poste a pesar de ser más pequeños. Y ni ahí, siendo Davis (25+14) muy superior a su emparejamiento, han sabido insistir unos Lakers que bajaron los brazos muy pronto y esperan no llegar a la eliminatoria demasiado tarde. El ejemplo de los Bucks es aleccionador para saber qué es lo que no tiene que pasar.

Y los Rockets están cómodos. Dentro del partido, supieron manejar la ventaja que cogieron en el último cuarto (18-27 de parcial), hicieron lo que quisieron y tuvieron a Harden en estado de gracia (y con muchas faltas a favor) y a la defensa férrera y muy metida en todo momento. Tiraron 27 tiros libres, ocho más que los Lakers, tuvieron 23 puntos de Gordon y 24+9+6 de un Westbrook acelerado a veces y que no tuvo su mejor noche, pero que sigue siendo el único que rompe con un esquema en el que se ha llegado a sentir cómodo. Un triple suyo al final certificaba la ventaja casi definitiva de los texanos, que supieron administrar sus posesiones y atrapar hasta 41 rebotes, los mismos que su rival, que solo llevaba 4 ofensivos al descanso y tan solo 4 puntos más en la zona. Malas noticias que demuestran cómo D'Antoni se los ha llevado a su terreno y ha gestionado la situación para que sean ellos los que se adapten a él y no al contrario. Y ya sabemos a qué se tienen que adaptar los angelinos, y es nada menos que a un equipo que tiró 357 veces de tres en primera ronda ante los Thunder. Casi nada.

Poco más que añadir. Los Lakers necesitan meter los tiros liberados, que Kuzma haga un desastre menos dañino que el de esta noche y en la segunda unidad alguien de un paso adelante. También necesitan que Davis tenga en las venas algo que no sea escarcha y no de un paso atrás ante defensores más pequeños y de menos talento. Y a LeBron, sobre todo a LeBron. Sus 0 puntos en el último periodo y su desconexión total del partido pesaron como una losa en los ánimos del equipo y sus minutos en pista junto a Rondo siguen son efectivos como recurso y no como sistema, sobre todo cuando ninguno de ellos sabe jugar el balón. Los Lakers tienen que mejorar, reunirse y dejar atrás el duelo inaugural igual que hicieron en primera ronda ante los Blazers. Y lo tienen que hacer pronto si quieren seguir soñando con el anillo. Y saben, mejor que nadie, que para ello necesitan a LeBron. Lo saben ellos, los Rockets y la totalidad de una NBA que no espera a nadie ni va a esperar al Rey. Por muy alargada que sea su leyenda.