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NBA | PERFIL

La redención de Valanciunas

El pívot fue una pieza esencial para que Marc Gasol llegara a los Raptors, que ganaron el anillo. Tras salir de Canadá, el lituano ha encontrado una segunda casa en Memphis.

Jonas Valanciunas, durante un partido de la NBA con los Memphis Grizzlies
Jerome MironUSA TODAY Sports

Masai Ujiri es un hombre curioso. Con un discurso magnético y una habilidad en los despachos que le ha convertido en uno de los directivos más respetados y admirados de la NBA, el Presidente de Operaciones de los Toronto Raptors siempre ha llevado las cosas de una manera muy personal, con la experiencia propia de una mente brillante para los negocios y una desmedida inteligencia que le han convertido en un visionario letal. Él fue el que creó un proyecto en torno a DeMar DeRozan y Kyle Lowry con Dwayne Casey en los banquillos, siendo el hacedor de una cultura que veía a la afición y a los jugadores en continua conexión. Y también fue el responsable de, con pesar, poner punto y final a un modelo fructífero en cuanto a regularidad, pero disfuncional a la hora de disputar el título.

La derrota ante los Cavaliers en las semifinales del Este del 2018 fue la confirmación de este último hecho. Un 4-0 muy doloroso para un equipo que se había ido a las 59 victorias en temporada regular y que acabó siendo el fin de Casey, Mejor Entrenador del Año. También de DeRozan, al que mandó a los Spurs por un Kawhi Leonard que no quería ir a Canadá y cuyo nivel tras una lesión llena de incertidumbre era una enorme incógnita. Donde todo el mundo vio problemas, Ujiri vio la luz y el aterrizaje de Kawhi dio a los Raptors el primer anillo de su historia menos de un año después de realizar tan cuestionado movimiento y dejando marchar a un jugador que era un auténtico referente dentro de una afición que entiende el baloncesto y que se compromete con sus estrellas cuando la entrega es suficiente. 

Entre el traspaso de Leonard y el anillo, hubo más movimientos que fortificaron a los Raptors y les convirtieron primero en aspirantes y luego en favoritos. Fue la llegada de Marc Gasol a Canadá, en un traspaso en el que Valanciunas, otro héroe de la afición, llegaba a os Grizzlies, una entidad en la que nadie excepto el propio Marc (y tal vez Conley) quería estar en esos momentos. El lituano se marchó de los Raptors, su segundo hogar, tras convertirse en una de las referencias morales de una franquicia con la que anotó más de 5.000 puntos y atrapó casi 4.000 rebotes. Casi nada para un hombre que había sido MVP del un Europeo sub 16 y de otro sub 18, que fue elegido en el quinto puesto de la primera ronda del draft 2015 y que, excepto en su primera temporada, no se bajó de los 11 puntos por partido. 

Valanciunas, que llegaba con apenas 26 años y dos plata europeas bajo el brazo a los Grizzlies, pronto se adaptó a la idiosincrasia de una franquicia con mercado pequeño y a la que también le gustan los jugadores comprometidos, un perfil en el que destaca fácilmente. Entregado a sus nuevas labores, vio de lejos como su ex equipo, en el que había militado durante 7 temporadas, ganaba el anillo con un Kawhi que fue comparado con Jordan y un Marc que secó a Embiid en unas semifinales del Este clave. La capacidad defensiva del catalán nunca fue el punto fuerte de Valanciunas, que sin ser un malo en este aspecto (tiene días) no llega al nivel del que fue su sustituto.

Eso sí, el pívot no le perdió la cara a la temporada. Su máximo de puntos habían sido los 12,7 de la 2017-18 y en los 30 encuentros que disputó con los Raptors en la pasada campaña estaba promediando 12,8. En los últimos 19 encuentros, los que disputó con su nuevo equipo, se fue a los 19,9, el máximo de su carrera, y los redondeó con 10,7 rebotes (su tope estaba en 8,8). Consiguió 11 dobles-dobles, superó la veintena de rebotes en dos ocasiones, récord personal incluido (24), y promedió entre el 20 y el 30 de marzo (6 partidos) 26 puntos y 17 rebotes.

Luchando por los playoffs

El nuevo curso baloncestístico no ha hecho más que confirmar que los Grizzlies y Valanciunas se entiendes a la perfección. Promedia 15 puntos,10 rebotes y 2 asistencias por partido, sus topes en cada una de las tres categorías estadísticas. Lleva 21 dobles-dobes en 42 partidos (justo la mitad), camino de superar su récord, de 29, que promedió en la 2016-17. Y se entiende a la perfección con una platilla joven y vigorosa que está luchando con uñas y dientes por un octavo puesto cuya pelea incluye a siete equipos. Ja Morant y Jarret Jackson Jr. son las caras visibles del proyecto que dirige en los banquillos Taylor Jenkins, pero si los focos están siendo acaparados por los neófitos, el trabajo entre bambalinas de Valnaciunas está siendo clave para que la zona de los Girzzlies produzca más de lo que se preveía en un inicio.

La incidencia del pívot en el juego del equipo es obvia. Con él en pista, el rating ofensivo de los Grizzlies se dispara hasta los 111 puntos, mientras que baja a los 109 cuando descansa. También mejoran en defensa, recibiendo menos puntos (111 por 113 cuando no está en cancha) del rival. Una mejora notable para un hombre que ha llegdo a los 32 tantos en un partido la segunda mayor anotación de su carrera tras los 34 que anotó el año pasado... también en Memphis. Un lugar en el que se está redimiendo después de ser considerado una de las tantas piezas disfuncionales de esos Raptors de Casey, que tan bien jugaban en la regular season pero se chocaban en playoffs.

Jonas Valnaciunas. Un hombre que tuvo que despedirse de Toronto para reencontrarse en Memphis, donde ha encontrado tanto la redención (por los que pensaban que no valía) como la reivincidación y se ha establecido como un interior a tener en cuenta en una época donde la era de los hombre altos termina. Un jugador superlativo, capaz de conseguir grandes cosas y con un margen de progresión tremendo con solo 27 años de edad. Tiene aptitudes y actitudes suficientes como para llegar (muy) lejos. En ello está.