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Isaiah le ofreció a Ainge regresar a los Celtics: "No guardo rencor"

El nuevo base de los Denver Nuggets se sincera sobre lo vivido en los últimos 15 meses con Adrian Wojnarowski en la ESPN.

Isaiah Thomas, jugador de Denver Nuggets, antes de un partido de los playoffs NBA 2017 con los Boston Celtics.
Adam GlanzmanAFP

De ídolo del Boston Garden y referente del renacer de los Celtics a socio principal de LeBron James a vestir la camiseta de los Lakers, el equipo de su infancia. Eso es lo que experimentó Isaiah Thomas entre la primavera de 2017 y el invierno de 2018. A simple vista y sin entrar en detalles, un guion de ensueño. De película. Sin embargo, la realidad es otra bien distinta.

El menudo base perdió a su hermana menor Chyna ("una de las personas más cercanas de mi vida") en un accidente justo antes del inicio de los playoffs 2017. Como vía de escape a la tragedia y al dolor se refugió en el baloncesto. El luto impulsó a firmar actuaciones conmovedoras y grandilocuentes hasta guiar a Boston a la final del Este. Todo a costa de forzar una cadera maltrecha. Hasta que dijo basta. Después llegó el traspaso a los Cavaliers como moneda de cambio de Kyrie Irving. El mal momento deportivo que atravesaba Cleveland y las dudas surgidas en torno a su físico le obligaron a precipitar su vuelta a las canchas en los primeros días de 2018. Fue peor el remedio que la enfermedad. Poco más de un mes después y con apenas 15 partidos de bagaje en su nuevo equipo, se vio obligado a hacer las maletas de nuevo. En esta ocasión fue traspasado a los Lakers. Tenía un par de meses por delante para reescribir su historia, recuperar el caché que en 2017 le hizo ser quinto en las votaciones para el MVP e integrante del segundo mejor quinteto (All NBA) de la campaña. Pero de nuevo el dolor en la cadera se cruzó en su camino obligándole a someterse a una artroscopia a finales de marzo de la que ahora ultima su fase de recuperación. Adiós antes de tiempo a un año para olvidar que guardó una última crueldad para este verano.

De aspirar legítimamente durante las vacaciones 2017 a un máximo contrato que —de renovar con los Celtics— podría haber llegado a garantizarle 200 millones de dólares, a recibir una única oferta como agente libre doce meses después. Una operación de mínimo riesgo para unos Nuggets que antes se encargaron de aclararle que en él buscan a un base reserva. Obligado a emprender su camino desde la casilla de salida, Isaiah Thomas aceptó los 2 millones de dólares por una temporada de Denver. "Siempre puedes mirar atrás y plantearte el qué hubiera pasado, pero me han jodido ya muchas veces. Aunque, por supuesto, soy humano. Soy humano", recalca Thomas a Adrian Wojnarowski en un restaurante de Los Ángeles. El periodista firma un artículo publicado en la ESPN esta misma semana en el que el jugador se sincera y expone su punto de vista sobre todo lo que le ha tocado vivir y asimilar en los últimos 15 meses. Muy recomendable.

"Has de saber que Jamal Murray es nuestro base titular ahora y en el futuro. Si lo que buscas es pelear por un sitio en el quinteto, esto aquí no va a ocurrir", le comentó Michael Malone. El que fue su entrenador en su último curso en los Kings y ahora su nuevo jefe en Denver, fue de cara antes de firmarle. Thomas sabe que tendrá que partir de cero partiendo desde el banquillo, ocupando ese mismo rol de sexto hombre con el que este número 60 del draft 2011 se fue labrando una reputación en la NBA. "Para nosotros, que contamos con un vestuario tranquilo, no va a ser malo contar con su personalidad y voz. Quiero que Isaiah sea él mismo", reclama Malone.

No obstante, en este curso 2018-19 que se avecina, Thomas podría haberse reencontrado con otro de sus extrenadores. Nos referimos a Brad Stevens. "Si surge la oportunidad quisiera que sepas que me encantaría volver", le confesó a Danny Ainge. El mismo general manager que el pasado agosto no tuvo reparos para abrirle la puerta de salida de los Celtics. "Habría regresado. No guardo rencor", asegura el all star en 2016 y 2017. Según el texto de Wojnarowski, Ainge ni mucho menos descartó esta posibilidad. El hecho de que en Boston estuviesen aún pendientes de la renovación de Marcus Smart y que Thomas diera el sí a los Nuggets hicieron que este acercamiento no fructificase.

"Me preocupa jugar bien y demostrar de nuevo al mundo quién soy. Una vez que vean que puedo seguir jugando al más alto nivel no podrán rechazar el próximo verano lo que aporto en la cancha y fuera de ella. Nada de lo que he hecho en el pasado me ha servido para conseguir un buen contrato. Esa ha sido mi historia. Nunca me ha servido aquello de 'pagémosle por lo que he demostrado'. Al resto del mundo sí, pero no a mí. Esa es la realidad. No puedo controlarla, pero sí el sacar partido de esta oportunidad y probar que todavía puedo jugar al más alto nivel", expone. Tiene muy clara la situación: "Tienen miedo por mi cadera. Lo entiendo, pero no lo acepto. Otros muchos jugadores se lesionaron y recibieron varias oportunidades. Se les pagó mucho dinero sin importar su estado físico".

Su pronunciada bajada en el escalafón salarial responde a una cuestión de mal timing. No hay ejemplo más claro que este. "La gente sabe que me gané y merezco un máximo contrato. La única razón de que esto no sea así es haberme lesionado", reitera. "Si no hubiera jugado los playoffs 2017 ahora estaría bien y me estarían pagando como merezco. Pero en aquel momento, con todo lo que estaba pasando, no creo que debería sentarme. Hubiese sido muy difícil para mí. Acababa de perder a mi hermana y jugar al baloncesto era lo único que me podía ayudar. Lo hice hasta que, literalmente, no pude más. Mirando a largo plazo no fue una decisión acertada desde un punto de vista empresarial, pero únicamente me importaba el ahora", rememora un Isaiah Thomas que busca la redención.