Un hombre solo frente al televisor
“La experiencia en casa, en pijama, con galletas en el sofá, es incluso mejor que ir al estadio”. La frase, referida al espectador del fútbol, es de Gerard Piqué, que añadía que noventa minutos de juego era excesivo, basándose en la propia experiencia de que sus hijos cuando ven fútbol en diez minutos ya están en “sus teléfonos, sus tablets”. Piqué reforzaba sus argumentos con la idea de que los jóvenes han perdido capacidad de atención y pedía cambios en el reglamento que aseguraran más goles: “un partido de 90 minutos que puede terminar 0-0 es muy difícil de entender para la nueva generación”.
En realidad, el de la falta de atención de los jóvenes es un argumento bien viejuno. Ya nos acompaña, como señala Chuck Klosterman, al menos, desde los años noventa, en los que los más tradicionales se quejaban de que las nuevas generaciones habían perdido la capacidad de atención por culpa de la Mtv, cuyos vídeos musicales no duraban por lo general más de cuatro minutos.
En cuanto a la calidad de la experiencia, Piqué habla de un hombre solo ante la televisión, pero parece olvidar que la esencia misma del fútbol está en la grada y que la vivencia del hincha en el estadio es una cuestión comunitaria. En la grada quieres ver los goles con los tuyos, compartir los sentimientos, las alegrías y las lágrimas, con quienes consideras tus iguales. Esto es algo que pasa de abuelos a nietos, de madres a hijas y que solo se rompe con la subida desproporcionada de los precios de las entradas.
En el libro Entre los vándalos, Bill Buford, un estadounidense que residía en Inglaterra, se preguntaba por el poder del fútbol para fascinar a las personas. No podía entender que un deporte tan aburrido arrastrara tantas pasiones. Su revelación llegó en un partido de FA Cup entre dos equipos de tercera que terminó con empate a cero goles y se resolvió en la prórroga con un autogol tras varios errores. Ahí, de pie entre la gente, Buford comprendió lo que era ser uno entre muchos. Al salir del estadio escribió: “la grada ofrece la experiencia de la multitud […]con mayor intensidad que en cualquier otro momento de la vida”.
Una pancarta famosa en el Camp Nou recomendaba a la mujer de Núñez que se lo llevara al cine. El Union Berlin mostró en redes a Piqué una panorámica de su grada. Yo, que he estado en el Alte Försterei le doy el consejo de que lleve a sus niños ahí (o a San Mamés, Anoeta, El Plantío o Vallecas o tantos estadios). A ver si se aburren. Pero eso, sí: ¡que dejen la tablet en casa!
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