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La UEFA debe pedir perdón

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Lo vivido en Saint-Denis en la final de la Champions el pasado 28 de mayo sigue provocando ataques de ansiedad y pesadillas en muchos aficionados del Liverpool y del Real Madrid. Se gastaron los ahorros para vivir una fiesta del fútbol y de pronto se vieron encerrados en un pasaje del terror, donde los robos con violencia, las amenazas y la sensación de peligro se adueñó de miles de ciudadanos. La UEFA se apresuró en febrero, tras el 1-0 en la ida de los octavos entre PSG y Madrid, a darle a París y a este estadio periférico la final de la Champions dando por hecho que el megaproyecto millonario qatarí iba a llegar hasta la última recta por el título. Pero el 3-1 del Bernabéu y el hat-trick de Benzema les destrozó el plan.

En Saint-Denis asistí a la caza de familias enteras, con grupos organizados de delincuentes que campaban a sus anchas en unos andurriales propios del tercer mundo. La policía asistía impávida, asustada, cómplice de la barbarie. Ya sé que eso es culpa del Ministerio del Interior de Francia, pero la UEFA es cómplice por darle ese caramelo a Al Khelaïfi aprovechando el conflicto bélico de Ucrania y Rusia, lo que obligaba a cambiar la sede inicial de San Petersburgo. No se puede organizar una gran final de la Champions en un lugar tan perdido y peligroso. Hubo madridistas que lloraron de rabia e impotencia, hasta el punto de que la 14 les ha dejado un poso de amargura y no de felicidad plena. La UEFA debe pedir perdón públicamente a todos esos aficionados inocentes de ambos equipos y reconocer con rotundidad y firmeza su torpeza por elegir la sede de Saint-Denis. Con dinero no se cierran las heridas físicas, morales y las vejaciones sufridas...