La contradicción del caso Nairo
El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) ha ratificado la descalificación de Nairo Quintana en el pasado Tour de Francia, donde terminó sexto, por el uso de tramadol. La sentencia abre una puerta a pelear contra el dopaje fuera del Código Mundial Antidopaje. Una decisión contradictoria. O quizá no tanto. La enorme diferencia de este caso con otros de dopaje es que este analgésico opiáceo no figura todavía en la lista de productos prohibidos de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que es el documento consensuado por federaciones y gobiernos para unificar la lucha. La Unión Ciclista Internacional (UCI), en un exceso de celo, decidió en su día perseguir por su cuenta el tramadol, después de observar el creciente uso en el pelotón. Para ello incluyó su prohibición dentro de su Reglamento Médico, un protocolo interno que aplica sanciones únicamente en su deporte, con el fin de “proteger la salud” del deportista. Ahí está la contradicción del asunto, porque todas las partes adscritas aceptan que el vehículo para combatir el fraude es la AMA y su Código. Legislar por cuenta propia inaugura un camino peligroso. Imaginen si cada una de las 650 organizaciones firmantes comenzara a partir de ahora a crear sus reglamentos médicos paralelos. La situación rompería la esencia misma de la Agencia: la unidad.
A pesar del riesgo, también es justo reconocer que la decisión del TAS tiene una enorme carga de coherencia. Y un punto de idealismo. La coherencia viene porque la propia AMA, tras un largo estudio, ha decidido incluir el tramadol en su lista a partir del 1 de enero de 2024, tras detectar que puede generar “dependencia física”, a la par que “mejora el rendimiento deportivo”. No está prohibido hoy, pero lo estará mañana. El idealismo viene por la valentía del ciclismo, un deporte apaleado por el dopaje que esta vez ha preferido adelantarse en la lucha. La UCI ha dado ejemplo.