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En la tarde de ayer presentamos en Balaídos ‘100 anos de afouteza e corazón’, un libro publicado con motivo del Centenario del Celta que he tenido el placer de editar. Es un compendio de catorce relatos en el que catorce personalidades ligadas al Celta recuerdan un partido histórico del club y, de paso, agitan su memoria futbolística y emocional. Escriben desde actores, periodistas, jugadores, entrenadores, escritores, hasta artistas como Evaristo Páramos, el cantante de La Polla Records.

Qué hace un cantante de punk crecido en Euskadi siguiendo a un equipo de fútbol de Vigo? Es la magia del fútbol, globaliza sentimientos sin ningún tipo de criterio racional. Cuenta Evaristo en su relato la cantidad de sinsabores que le dio el fútbol, especialmente en aquellos años en los que se suponía que ser punky y futbolero eran dos cuestiones absolutamente incompatibles. “Señores con barba florida y gesto adusto me afeaban mi vicio con frases como ‘El fútbol es el opio del pueblo’”, describe. Sin embargo, con el paso de tiempo, Evaristo descubrió que “hablarles de fútbol a esas personas me libraba de ellos y de sus manías, y de ese modo dejé de sufrir por mis pecados”.

Con tediosa inevitabilidad, te encuentras en la vida con personas que afean tu afición futbolística o, en el peor de los casos, personas que te hablan con vanidosa superioridad intelectual. Pero descartar el fútbol bajo el simple lema de “es el opio del pueblo” es un acto de total reduccionismo. Renuncia, de hecho, a un espacio apto para la intervención política y social. El fútbol es una comunidad de comunidades. Es un ecosistema que se construye de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo.

El juego universaliza. El juego determina qué vistes, en qué santuario celebras, qué himnos cantas, a quién te unes, de quién te separas, qué reivindicaciones tienes, incluso cómo eres. Y ser del Celta, escribe Evaristo, es lo más punk que existe. Es más punk incluso que su propia música.

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