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El cruel abandono de Enric Mas

El Tour de Francia 2023 ha sido cruel con Enric Mas. También con Richard Carapaz. La carrera sólo ha durado 160 kilómetros para los jefes de filas del Movistar y del EF Education, dos aspirantes al podio de París, que sufrieron una caída en el descenso del Vivero que les envió de regreso a casa, con fracturas de escápula y de rótula, sin la oportunidad de haber medido fuerzas con el resto de gallos de pelea. Abandonar en la primera etapa es cruel para cualquier ciclista, mucho más para un líder que ha preparado específicamente el objetivo, lo que supone enormes sacrificios personales y el cuidado minucioso de cada detalle. También es un palo para sus respectivos equipos, que ahora deben recomponerse anímica y tácticamente. No es lo mismo arropar a un capitán que parte con el objetivo de la clasificación general, que competir con la pretensión prioritaria de ganar etapas. Este domingo empieza un Tour nuevo para ellos.

El caso de Mas arrastra matices más dolorosos, porque el año pasado ya tuvo que bajarse en la Grande Boucle, entonces a causa de unos ataques de miedo que paralizaban sus piernas en los descensos. Un antecedente que hace más despiadado su destino. Enric hizo un importante trabajo psicológico para superar esos temores antes de la Vuelta a España, donde se vio a un ciclista distinto, fuerte y valiente, que acabó en el segundo peldaño de Madrid. Aquella resurrección también recogió frutos en otoño, con su victoria en el Giro de Emilia, por delante de Tadej Pogacar, y su podio en Lombardía, detrás del mismo Pogi. La esperanza era volver a ver en Francia a aquel Mas de final de curso, pero ya nunca sabremos cuál hubiera sido su rendimiento. Enric tiene ahora que volver a recuperarse, física y mentalmente. Pensar en La Vuelta, si llega. Pero, sobre todo, no debe recaer en los miedos de antaño. Quizá sea lo más difícil.