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El Tour de Francia 2023 arranca mañana en Bilbao con la sensación de que puede deparar uno de los mayores espectáculos de los últimos tiempos. La expectación es máxima en torno a dos ciclistas: Jonas Vingegaard, el vigente campeón, dorsal número uno de la carrera, y Tadej Pogacar, vencedor de las dos anteriores ediciones, número uno mundial. El Tour se presenta como una gran revancha del pasado certamen, en el que Vingegaard, arropado por un sólido Jumbo, fue capaz de desbancar a un ciclista que hasta entonces parecía imbatible, Pogacar. El esloveno cometió algunos errores que acabó pagando, como cebarse demasiado con los ataques de Primoz Roglic y del propio Vingegaard, o arroparse por un grupo que no estuvo a la altura que su rival. Pogi, seguramente, habrá aprendido de aquello. Desde luego, la potente alineación del UAE, con Adam Yates como lugarteniente y opción B, demuestra que esa lección sí está estudiada.

Pogacar se ha mostrado prácticamente intratable durante toda la temporada, con ese estilo atacante que lleva su sello. Suma un pleno de triunfos en vueltas y seis de nueve en carreras de un día, en las que solo ha cedido ante Van der Poel, Van Aert y una caída. Precisamente ese accidente compone uno de los interrogantes que sobrevuelan la competición. Tadej, en plena recuperación de su muñeca, no ha podido cubrir un calendario lógico de preparación, por lo que asegura que no está “al cien por cien” y que el máximo candidato es Vingegaard. Al otro lado, el danés ni se fía, ni quiere cargar con esa etiqueta de favorito que le presta el enemigo. Jonas, eso sí, ha tenido una aproximación más normal a su objetivo y, de paso, llega con más victorias y con una actitud más ambiciosa. Sólo la carretera, si respeta a ambos, resolverá estas incógnitas. De momento, antes del primer banderazo, estamos ante el duelo más esperado. La gran revancha.