Contra el postureo de los Mundiales
Los Mundiales los carga el diablo. Por eso son uno de los detectores infalibles del postureo futbolístico. El autoproclamado futbolero de Mundial...

Los Mundiales los carga el diablo. Por eso son uno de los detectores infalibles del postureo futbolístico. El autoproclamado futbolero de Mundial es el equivalente al irritante lector de solapas, al que mete baza de oídas para caer bien en una conversación o al que se apunta al carro de tu equipo solo cuando juega una final o acaba de ascender.
No hay duda. Si dice: “Yo me engancho al fútbol en los Mundiales”. ¡Ajá! Ejemplar de futbolera o futbolero fatuo armado con la displicencia del que ha podido mirar para otro lado durante cuatro años mientras los demás picábamos piedra domingo a domingo. Especímenes peligrosos, son ellos los que han provocado que tengamos Copas del Mundo desorbitadas de 48 equipos, con rivales absurdos con los que hay que jugar en torneos en varios países durante más de un mes, dejando un erial de partidos desigualadísimos en insustanciales parones de selecciones.
Seguir a nuestros clubes con pasión no debe impedirnos echar un ojo a la Selección. Aunque lo que veamos parezcan meros partidos de entrenamiento y ya solo queden ecos del bambino Franco Gemma sacando la bola de Turquía en el sorteo de 1954, del descorazonador empate con Suiza en el Bernabéu para el Mundial 58 o del golazo de Ufarte en el Parque de los Príncipes contra Eire para ir a Inglaterra 66. No olvidamos la cagada con Finlandia y el gol de Katalinski que nos apearon de las Copas de 1970 y 1974, el botellazo a Juanito y el remate tobillero de Rubén Cano en Belgrado antes de Argentina 78, el grupo con Gales y Escocia (y hasta un seleccionador muerto: Jock Stein) para ir a México o el gol de Hierro a Dinamarca en Sevilla previo al Clementismo del 94.
Noticias relacionadas
Todas esas estampas no volverán, y menos cuando hemos pasado casi 30 años sin perder un partido de clasificación (desde el 1-0 de 1993 en Copenhague al 2-1 en Suecia para 2022). Pero, nobleza obliga, la vergüenza futbolera hay que mantenerla mientras nos fijamos en Mikautadze, evocamos el fantasma de los búlgaros del 94 o vemos lo mal que lo pasa Italia para meterse. Porque el Mundial comienza años antes, justo al día siguiente de que tu selección caiga eliminada del Mundial anterior. Sostengamos estas fases previas, aunque solo sea para desenmascarar a los falsos futboleros cuatrienales.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí







Rellene su nombre y apellidos para comentar