Cada piloto es un Dakar

En las últimas fechas nos han visitado en AS varios participantes del Rally Dakar. Se ha convertido ya en una tradición. Sus reflexiones desfilan, día a día, por nuestras páginas y redes sociales. Hay cierta costumbre de que un deportista español que triunfa en un evento internacional celebre su éxito en las redacciones deportivas. En el caso de los pilotos del raid, ni siquiera hace falta obtener un gran resultado. Disputar el raid más duro del planeta ya es mérito suficiente. Por eso, nuestros visitantes exhiben un currículo deportivo muy variado. Hay quien aspira a conquistar la carrera, a pelear por el podio, a luchar por las etapas, a superarse a sí mismo, a lograr un mejor asiento en el futuro… Cada uno se impone su propio listón.

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A pesar de ese carácter variopinto, sí se percibe algún punto en común, que se resume en una idea: la adicción al Dakar. Casi todos suelen quejarse de la dureza de la carrera, interna y externa, pero ninguno de esos lamentos impide que en su horizonte siempre aparezca el deseo de regresar. No vamos a decir que volverían al mes siguiente, porque la mayoría retorna con fatiga y magulladuras. Pero sí empiezan a soñar en la edición venidera, prácticamente desde el momento que abandonan la presente. Esos objetivos son muy diversos, claro.

Carlos Sainz y Tosha Schareina quieren volver para ganar. Nani Roma y Cristina Gutiérrez también se ven arriba. Edgar Canet pretende continuar su progresión. Lorenzo Santolino, que ya ha probado el sabor de vencer en una etapa, busca repetir y meterse en el top-5. Isidre Esteve, que ya sobresalió en motos, ha descubierto ahora que puede luchar otra vez por etapas en coches. Laia Sanz quiere quitarse la amargura del abandono y avanzar hacia los mejores. Sandra Gómez reivindica una moto más competitiva para probar sus límites. Hay tantos objetivos como participantes. Cada piloto es un Dakar.