Todo es posible con Landa

Después de la ascensión al Blockhaus, el primer gran contacto con la montaña, Mikel Landa tuvo un pálpito: “Puede que este sea el año”. Ha pasado una semana desde entonces y el líder del Bahrain se reafirma: “Estoy ante una gran oportunidad”. El medio minuto perdido el pasado sábado en el circuito de Turín no le amilana: “El recorrido no se adaptaba a mis características”. Pese al tropiezo, Landa llega a la fase decisiva de la carrera a sólo 59 segundos de Richard Carapaz, con las opciones intactas para el asalto a la maglia rosa: “Ahora empieza mi Giro”. Efectivamente, este martes se celebra una etapa donde el vasco dejó su sello en 2015, con final en Aprica tras el paso por el temible Mortirolo. Aquel año comenzó el Landismo, su presentación en sociedad en una grande: ganó dos etapones de montaña y terminó tercero en el podio, testigo del duelo entre Alberto Contador y Fabio Aru, y condicionado por su sometimiento de gregario al italiano. Allí empezó una candidatura a campeón que nunca llegó a confirmarse. Pero que aún es posible.

Landa nunca volvió a catar el cajón de una gran vuelta, aunque ha terminado tres veces cuarto: una en el Giro y dos en el Tour. Siempre ha pasado algo. Unas veces, por caídas. Otras, por pájaras. Otras, por subordinación a otros líderes: Chris Froome, Nairo Quintana, el propio Aru… Y otras, como el Giro de 2019, porque surgió un compañero más fuerte: Richard Caparaz. El ecuatoriano, entonces colega, se erige ahora como su principal rival, en algún momento también aliado, para romper la carrera en la gran montaña de esta semana. Hay que distanciar a João Almeida, el mejor contrarrelojista, y vigilar las evoluciones de Jay Hindley, segundo en 2020. “He soñado muchas veces con ganar el Giro de Italia”, dice Mikel. Sus incondicionales, también. Todo es posible con Landa. Todo.