Sanllehí tiene un enorme trabajo por delante

La salvación matemática y, como consecuencia directa, que se haga de una vez por todas efectivo del cambio de propiedad en el Real Zaragoza tendrán que esperar hasta el lunes por la noche, cuando la Real Sociedad B visite al Valladolid, segundo clasificado. Un gol de fortuna del Eibar en otra acción a balón parado muy mal defendida por el equipo aragonés, una más, y un gol de verdadera verbena por un fallo de entendimiento entre Chavarría y Lluís López decidieron la derrota en Ipurúa en otro partido, otro más, en el que el Zaragoza demostró que su ataque es puro humo sin Iván Azón y que la pareja Zapater-Petrovic no le da al juego ni consistencia ni intención.

Ha sido lesionarse el joven delantero aragonés, al que, por cierto, Juan Ignacio Martínez le negó la titularidad durante más de dos tercios del campeonato, y desaparecer de golpe cualquier intención ofensiva. El Zaragoza sin Azón juega sin dientes, sin mordiente, sin amenaza, una fatalidad que es imprescindible corregir la próxima temporada. El que va a ser nuevo director general, Raúl Sanllehí, tiene un enorme desafío por delante, porque va a tener que deshacer la cadena de errores del todavía director deportivo Miguel Torrecilla, incapaz en un año y medio de firmar un delantero mínimamente solvente o con proyección -lo de Sabin Merino con tres años más de contrato por delante es, sencillamente, inexplicable-. La plantilla del Zaragoza necesita un cambio de arriba abajo para abrir de una vez una etapa nueva, sin hipotecas ni ataduras que ya no se sostienen.