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La infantiloide ensoñación del Espanyol

Fantaseaba el Espanyol con ganar 26 años después en el Bernabéu en Liga, o cuando menos con emular aquel punto de hace justo un año en La Romareda, aquel pacto de no agresión con el que selló el ascenso. Hasta Raúl de Tomás había firmado la ‘X’, la que daba el título a los blancos, antes de jugar. Otra cosa es lo que sucedió después de jugar entre él y Vicente Moreno. Pero, en Primera, firmar el empate es perder. Y contra el Real Madrid y en su casa, esperar una suerte de ‘biscotto’ espontáneo es como aspirar a que te toque la lotería sin haber jugado una sola participación.

Duró la ensoñación nfantiloide del Espanyol lo que quisieron los suplentes del Madrid. Media hora en la que los pericos se sintieron dominantes, con mayor posesión que de costumbre y posicionalmente más avanzados aun con una defensa de cinco tan tierna como cualquier otro sistema. Y así fueron cayendo los goles de Rodrygo, de Benzema como ¡¿revulsivo?! y el de Marco Asensio, un ex, que es algo así como se sintió el Espanyol, asistiendo a la boda a la que nunca desearía haber ido. Y desperdiciando una oportunidad histórica de derrotar a los blancos. Habrá que seguir dando la lata a Lardín un año más.