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Un Liverpool a toda velocidad

Parecía tener prisa el equipo de Klopp. Nadie estaba quieto. Carreras continuas. A la presión de este, del otro, al desmarque, a sumarse en el área, haciendo la cobertura a un compañero o recuperando la posición. Ocurrió lo mismo con la pelota en los pies. Los futbolistas del Liverpool acostumbraron a conectar a un solo toque. La primera media hora de juego se asemejó demasiado a la última de cualquier eliminatoria. Daba la impresión de que ganaban los amarillos en un hipotético resultado global. Aunque fuesen 0-0. Tras el descanso volvieron las prisas. Con una marcha más. Resolvieron el encuentro con igual premura. Con dos goles en dos minutos.

Siguió pisando el acelerador, frenando cualquier intento del Villarreal de meterse nuevamente en el partido. Todos haciendo de todo, por el bien común. Van Dijk se asomó por la frontal y sacó un trallazo que pudo complicar la vida a Rulli. Fabinho prolongando de espaldas a la portería rival, también al borde del área. Thiago estuvo a su rollo, como suele hacer. Impermeable a todo aquel ajetreo, pero dirigiéndolo. Corre tú que yo te la dejo donde quieras, debió pensar en más de una ocasión. El director de orquesta de uno de los mejores equipos que ha tenido el Liverpool en toda su historia, sino el mejor. Podrían terminar el curso celebrando que un póker de títulos inédito en el fútbol inglés.