Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Solamente champagne

En algunos partidos no hay diferencia entre muertos y vivos. Ciertamente, tienen que enfrentarse equipos capaces de generar huracanes contra rivales que convierten las inclemencias en juegos de niños, saliendo de la tempestad ni siquiera demasiado despeinados, como hizo el Madrid en el campo del City. El equipo de Guardiola abrasó a su rival, y el de Ancelotti tosió para aclararse la voz y siguió en la eliminatoria como si tal cosa, ajeno a los efectos del fuego. "Más champagne", casi se podía oír desde el terreno de juego, reclamando no tanto cambios para introducir jugadores de refresco, como diversión, alicientes, gasolina rica.

Hay noches que es imposible adivinar qué ocurrirá, salvo que todo lo que ocurra será espeluznante, terrible, placentero. En el City es natural que los jugadores se lancen de tal modo al ataque que parezcan invasores que no conocen el miedo a la muerte, y en el Madrid, desde hace mucho tiempo, lo natural es ganar, vivo o muerto, las grandes batallas. Es como si sus plantillas tuviesen esa costumbre desde pequeñitas, así que exigirles que pierdan es pedir milagros. Mezcladas todas estas circunstancias, el partido, próspero en emboscadas, fue zarandeando el resultado de un lado para otro, y cuando una parte tenía la tentación de suspirar y decir "Ay, pero qué feliz soy y qué guapo" ocurría algo que le sacudía la tontería, y otra vez tenía que desaprender la diferencia que existe entre estar vivo y estar muerto.

Hablamos de futbolistas irreductibles. Están seguros de sí mismos. Son letales todo el tiempo, también cuando parecen desahuciados. Solucionan problemas que, en teoría, no tienen solución. Inventan la práctica. ¿La vida apacible? Se supone que para eso se inventó la muerte. Estas eliminatorias no se agotan hasta el punto que se pueda decir "está todo visto" o "está todo hecho". Siempre existirá un peligro latente, la posibilidad de una carambola, la construcción de un milagro más, o varios concatenados, y más champagne para renovar la locura antes de que todo acabe.