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El extraño caminar del tenis 2022

El tenis mundial anda enrarecido en 2022. En España quizá no nos estemos dando demasiada cuenta, porque aquí la cosa avanza con el viento a favor. Ya se han ganado diez títulos individuales, nueve masculinos y uno femenino. Rafa Nadal, que arrancó el año entre algodones e interrogantes, conquistó en Australia el primer Grand Slam, para alzarse en solitario a la cima histórica con 21 grandes. Carlos Alcaraz, presente y futuro, suma tres torneos, uno de ellos de maestro en Miami. Y Paula Badosa, que se coronó en Sídney allá por enero, ha subido esta semana al número dos de la WTA. Incluso Alejandro Davidovich se ha estrenado en una final de Masters 1.000 en Montecarlo. A pesar de las lesiones de Garbiñe Muguruza y del propio Nadal, hay motivos sobrados para sonreír.

Las rarezas tienen otros nombres propios. Y no menores. El curso comenzó con el kafkiano caso de Novak Djokovic, que se ha quedado sin competir en Melbourne, Indian Wells y Miami por su negativa a las vacunas, y que anda con la reserva encendida por la falta de actividad y, según reveló el domingo, por una extraña enfermedad. Daniil Medvedev, el aspirante a destronarle, ha sido recientemente vetado por la organización de Wimbledon, al igual que Andrei Rublev, otro top-10, por su condición de ruso. Antes se había borrado de la tierra por una operación de hernia, aunque otras voces apuntan a que estaba alicaído por el conflicto de Ucrania. Y no olvidemos el circuito femenino, donde la número uno, Ashleigh Barty, decidió retirarse con 25 años, tras ganar el Open de Australia, hastiada del oficio de tenista. Iga Swiatek, con cuatro títulos consecutivos, es su digna heredera... pero acaba de causar baja en Madrid. La temporada progresa con demasiados asteriscos, que se olvidarán con el tiempo, condicionada por los mismos temblores que afectan al resto de la sociedad. La vida.