La enésima oportunidad desperdiciada
Una vez más, cuando la situación era la ideal para asaltar la zona de ascenso directo, el Real Valladolid vuelve a dejar escapar la oportunidad. Oportunidades que siguen periódicamente llegando y que se escapan por el sumidero. Las más recientes y dolorosas las de Oviedo, Las Palmas, Málaga o la del pasado sábado ante el Almería. Demasiados fallos y demasiadas concesiones y, a pesar de ello, el equipo de Pacheta sigue dependiendo de sí mismo para lograr el ascenso directo. Eso sí, puede que sea obligado lograr la victoria en el campo del Éibar. Pero, a día de hoy, si el conjunto blanquivioleta logra ganar los seis partidos que le restan subirá, independientemente de lo que hagan los demás.
Especulaciones al margen, lo más reciente es el disgusto que la afición y todo el club se llevó viendo como se escapaba en los últimos minutos un triunfo que parecía merecido ante los de Rubi. Se escapo el liderato, poder dejar al Almería dos puntos por detrás y mantener a raya al Tenerife. Ojo con los canarios que sí ganan el viernes en el Heliodoro al Huesca dormirán esa noche a un solo punto del Valladolid. Se escapó el triunfo ante el Almería y otra vez se cayó en el gran error, imperdonable, de regalar goles al rival. No se puede cada semana o regalar un penalti, o regalar una expulsión o regalar un gol. Ya en Málaga fue delirante lo del segundo tanto y ahora lo del primero tras el error monumental de Masip.
Si esto no cambia será imposible ascender, ni en el playoff. Y hablamos de errores defensivos de concepto y también de errores gravísimos de carácter individual. Los jugadores del Real Valladolid se lo tienen que hacer mirar. No pueden tirar en dos acciones todo el buen trabajo realizado en un partido. Y Pacheta debería hacer buena lectura de las sustituciones que realiza. Su equipo empeoró ostensiblemente con los cambios. Obsesionado por la frescura física acaba renunciando a tener en el campo a los jugadores de más calidad. En ningún reglamento obligan a realizar los cinco cambios o tres de golpe. Casi nunca le sale bien.
Esto se va acabando y ya no hay margen para fallar. A lo largo del año han sido muchas más las jornadas en las que se ha estado fuera del ascenso directo. Parece como si al Valladolid le pudiera la presión cuando lo tiene en su mano. Y ya vale de fallar. O se encara esta recta final con la decisión y el acierto necesario o el año que viene se volverá a competir en Segunda. Todo sigue muy cerca pero es obligado ganar en Miranda y en Zorrilla a la Real B para irse a jugar todo a Éibar. No queda otra. La afición está preparada para darlo todo como se demostró el sábado. Ahora hay que ver si Pacheta y los jugadores lo están. Voluntad y buenas palabras tienen. Llegó el momento de los hechos. Ya no se puede fallar mas.