Chasco del Barça ante un gran Eintracht
La insólita abundancia de camisetas blancas en el Camp Nou ya era de salida un mal presagio para el Barça que no tardó en confirmarse: Eric Garcia regaló un penalti en el 4’, implacablemente transformado por Kostic. Así que el partido empezó en la práctica 0-1 y con el público enfadado con el club por haber vendido tantas entradas a los forasteros, que vinieron a ocupar las plazas libres dejadas por los abonados que se tomaron vacación. La grada de animación tuvo hasta el gesto chufla de salir un rato fuera, en señal de protesta. Del público no le llegaba al equipo calor y animación, sino un ruido extraño y dividido.
Y abajo fue peor. El Eintracht se confirmó como un equipazo. Esperaba en 5-4-1 y salía con velocidad, gran juego y bastante gente. Dembélé tenía todas las luces encendidas, pero con él no bastaba. Borré hizo el 0-2 antes del descanso, Kostic el 0-3 en la segunda mitad y aquello olió a debacle hasta la reacción final, todos al ataque, con gol anulado a Busquets, otro válido de él mismo y finalmente el penalti, marcado por Depay ya en el 101’, sin tiempo para intentar ni siquiera una jugada más. El Barça salvó la cara, maquilló el resultado, pero esta eliminación le golpea cuando más entusiasmado estaba. Este era su título.
Simplemente, el Eintracht fue un hueso muy duro y en el Barça hubo cosas que no funcionaron. Eric Garcia regaló un gol de la nada, la defensa notó mucho la baja de Piqué, Pedri jugó mal, quizá mermado, porque se retiró lesionado en el descanso, Aubameyang falló dos ocasiones en boca de gol, sobre todo una en el 44’. Todo en un ambiente raro por la enorme cantidad de hinchas rivales y con el adobo rancio del VAR, que no funcionó. El arreón final consistió en Luuk de Jong y Araujo arriba, balones a la olla y Busquets merodeando a ver qué pillaba. Y lo curioso es que casi resulta. El casi que faltó fue el gol anulado.