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El Sevilla compite, pero necesita pasar por el diván

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Se acercaba el ecuador de la segunda mitad y no había marcado aún el Barcelona, pero el Sevilla deambulaba ya anodadado por el césped por culpa apenas de un par de ocasiones claras, con el Camp Nou encendido por el arreón de sus futbolistas. Martial le chutó centrado a Ter Stegen, Pedri abrió la lata y en el gol del canario pareció diluirse el Sevilla como un azucarillo. Vibraban los blaugranas, cabeceaban los de Lopetegui. Si el fútbol es un estado de ánimo, el equipo de Nervión tiene cara de portero goleado aunque apenas haya recibido 20 tantos, el que menos en Primera División.

Y aunque en Barcelona sumase la primera derrota de la segunda vuelta (tres de Liga en todo el año) y de que siga destacado y con algo de cuerda todavía sobre la Champions. Cada vez menos, eso sí: queda a cuatro puntos del Betis. Este Sevilla compite, porque resulta imposible no competir con una pareja de centrales como la que volvieron a formar Koundé y Diego Carlos y con un guardameta como Bono. Pero no le da para mucho más, sobre todo en ataque. Martial se pierde en el campo, Ocampos no termina bien casi nada y ni siquiera Lamela confirmó las sensaciones que estaba ofreciendo en su regreso. Son futbolistas de primer nivel, lo han demostrado de sobra. Así que deberían dar para ganar partidos. ¿Cuestión de confianza? Que Lopetegui (y Monchi) los pasen por el diván.