Madonna y el Barça
Ni el sorteo para Qatar ni el duelo de machos alfas de los dirigentes del fútbol europeo y planetario han conseguido apagar los ecos del partido de cuartos de final de Copa de Europa entre Barcelona y Real Madrid. Femenino, claro. Es el partido que más gente ha convocado en el Camp Nou este año, récord mundial de asistencia a un encuentro de fútbol femenino y que curiosamente no se podría jugar en el país del Mundial. Quienes vemos el fútbol como una gran metáfora de la vida, sabemos que lo que sucede en el campo y sus aledaños explica el mundo, incluso las tensiones geopolíticas.
El fútbol también refleja y amplifica avances como el hecho de que 91.553 personas estuvieran en el Camp Nou hace tres días. Es un triunfo colectivo, que incluso afecta al Real Madrid ya que hasta hace dos años no tenía equipo femenino; Florentino comprendió que si querían entrar en el Siglo XXI, tenían que hacerlo de la mano de las mujeres. Y lo han hecho con un equipo brillante repleto de jugadoras de alta gama (Athenea es una barbaridad) que hizo dudar al todopoderoso Barça. Su apuesta es firme y decidida.
El siguiente paso es conseguir que este partido no sea algo excepcional. Que el ejemplo del Barça o la Real Sociedad se extienda y ser futbolista no sea una labor heroica desarrollada a costa del ingente esfuerzo de las jugadoras. Lo que sucede en torno al Rayo femenino o el Covadonga asturiano, donde las entrenadoras y capitanas han sido expulsadas del club tras una serie de reclamos, nos recuerdan que ese partido es una isla.
Este FC Barcelona femenino es como Madonna en los 80. Tuvo un éxito extraordinario, pero al estar ella sola, se convirtió en excepcional. Gracias a su ejemplo, muchas otras mujeres artistas empezaron a ser superventas y lo raro, por fin, se convirtió en habitual. Ese paso es el que todavía tiene pendiente el fútbol en concreto y el deporte en general. Si el Barça es como Madonna, el partido del Camp Nou ha sido su Blond Ambition World Tour.