Adiós a Cholo, el futbolista tranviario
Han pasado muchos años de aquello, pero hubo día en que el Pontevedra fue líder de la Primera División. Fue algo más que una llamarada. Fue el punto más alto de un largo ‘aúpa’, del esfuerzo de una ciudad y su equipo por colarse en lo más alto. De aquel Pontevedra se decía, al afrontarlo, que era un hueso. Es un hueso y ‘hai que roelo’, se dijo desde allí. Y aquello del ‘hai que roelo’ quedó como el sello de aquella época. La camiseta color rojo vino, el pantalón azul, el juego científico del interior Neme… Aquel Pontevedra tuvo una presencia singular en nuestro fútbol, en el que fue juez y parte en la decisión de títulos.
Sus jugadores eran populares. Uno de ellos, su central Batalla, ganó una quiniela de catorce en circunstancias peculiares: tenía una X en el Zaragoza-Pontevedra, último partido de la jornada, emitido por TVE. El Pontevedra ganaba 0-2 cuando con poco tiempo en juego el Zaragoza empató, con dos errores de Batalla en ambas jugadas. Pero tal era la credibilidad de aquel equipo que nadie reprochó aquello. Cosas que pasan en fútbol, fue el juicio general. Yo puedo corroborarlo. Era un chaval; vi el partido en la tele, que en el descanso anunció que con la X Batalla tendría los catorce. Nadie vio sino fallos naturales.
Pero a lo que iba: el capitán de aquel equipo era Cholo, el lateral izquierdo, al que aún recuerdo rebatiéndose como un león cuando le regateaban Amancio o Ufarte. Era un jugador decente y modesto en un club decente y modesto. Dicen que cuando el Pontevedra fue líder, Pravda presumió de que la muy capitalista liga española era liderada por un equipo cuyo capitán era conductor de tranvía. Y es que, efectivamente, Cholo lo era, por transmisión paterna. Juntaba dos pagas para salir adelante. Hace muchos años de eso, claro, hoy vivimos otro fútbol, pero no está de más rendir tributo a los que nos trajeron aquí.