Cornellà disfrutó con la Selección

Al final, el regreso de la Selección a Cataluña resultó feliz con una victoria sobre la hora gracias a un golazo de Dani Olmo, que colocó el balón en la escuadra como si lo hubiera manejado mediante control remoto. Cornellà, que poco antes se había enfriado por el gol del empate de Albania, estalló de nuevo. El campo presentó un llenazo, con un público que acudió a apoyar y a aplaudir. En el primer cuarto de hora disfrutó buen fútbol y en el último vivió la emoción de tres goles. Y al final se marchó con el disfrute de una victoria muy trabajada ante Albania, selección que tiene bastante más equipo que nombre. No es ningún petardo. Fue un ‘sparring’ serio.

Serio fue todo, en general. Seria fue la actitud del público, propia de un partido oficial, seria fue la alineación de España, como lo fueron los cambios, serio fue el partido de Albania, lo mismo en su faceta defensiva que en sus salidas, en general por la derecha, y seria fue la presión de España, en la que nadie escurría el bulto. El examen renueva las buenas impresiones que teníamos de la Selección, y también las no tan buenas. Las buenas son el orden y el esfuerzo colectivo, el sacrificio general en la carrera para la presión y el desmarque; las malas, cierta falta de profundidad y de remate en un área y la falta, para mí aún más grave, de contundencia atrás.

En el ataque de salida, Ferran-Morata-Sarabia, sólo funcionó el primero. Mejoró cuando, avanzado el segundo tiempo, se recompuso en Yeremy-Ferran-Olmo, bien los tres. Hasta eso habíamos cosechado un par de tiros de fuera de Rodrigo (que en lo demás estuvo ni fu ni fa) y poco más. En cuanto a la defensa, pasó lo de siempre: cada vez que el rival salió, creó peligro. Tenemos centrales que juegan muy bien al fútbol, pero no pintan la raya. El gol albanés fue un pecado de confianza de Pau por jugar el balón de forma suicida sin respetar la zona del campo y con Raya a media salida, buscando no sé qué cosa no sé dónde. Una pena.