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Reflexiones a los sueldos del fútbol

Hace pocos días L’Équipe publicó los salarios de las cinco ligas europeas. Aunque puede haber algún defecto de actualización (como en el caso de Piqué, cuya revisión incluye rebaja de una parte y diferimiento de otra) la información tiene la fiabilidad de la marca y ofrece varios puntos de análisis. El primero, claro, el del PSG, esa anomalía. Los diez primeros salarios de Francia son del PSG. Como lo son los dos primeros del mundo, Neymar (50 millones al año) y Messi (40). Mbappé se queda en 26. Entre él y ellos están Cristiano, Piqué previo a su rebaja-diferimiento, Bale y Hazard. No es extraño su hartazgo.

En España llama la atención cómo se habían disparado los ingresos de los capitanes del Barça, el grupito de Messi, lo que explica el descalabro a las cuentas del club. En el Madrid, no deja de ser un sarcasmo que los dos mejor pagados hayan sido declarados oficialmente no aptos por el entrenador: Bale y Hazard, empatados a 27 millones, dedicado el uno al golf y a Gales y el otro a nada. Lewandowski hace lo que hace en el Bayern por ‘solo’ 24 millones. En cuanto al Atlético, tiene el gasto récord en entrenador, los 22 millones de Simeone, pero su influencia en el club ha sido de tal dimensión histórica que es difícil catalogarlo de derroche.

Son cantidades brutas, pero en todo caso magnitudes descomunales aun trasladadas al neto. Para gran parte de la sociedad es escandaloso, pero es lo que da el mercado y eso lo explica. Pero lo que es indiscutible es que esto resulta un mentís sonoro a la teoría de pretendida crisis galopante del fútbol, bulo sobre el que tratan de construir la Superliga Agnelli, Florentino y demás. Más allá del desvarío del PSG y algún club más, el fútbol va viento en popa y si unos pocos quieren cambiar el sistema será por cualquier razón distinta de la de salvar al fútbol de una crisis que no existe. Hay ajustes en todos los sectores menos en este.