Tu amor es un periódico de ayer

En el fútbol el futuro es ayer. Todo sucede tan deprisa que la realidad te atropella. Italia gana en julio la Eurocopa a Inglaterra en Wembley y ahora no va al Mundial tras perder en casa contra Macedonia del Norte. El Madrid elimina al PSG y a los pocos días es zarandeado por un Barça anteayer desahuciado, deprimido y sin esperanza. Messi es recibido en París como un héroe en verano y ya le silban antes de primavera. Bale no juega el domingo por unas molestias en la espalda y el jueves te clava dos golazos con Gales. Uno ya no puede creer en nada. Cuando por fin te haces la ilusión de comprender algo, el fútbol se encarga de mostrarse esquivo e inasible como los grandes misterios de la vida. En lo que apenas dura una semana, de partido a partido, puedes pasar por cuatro estaciones diferentes como Hugh Grant en esa escena atravesando Notting Hill. Sin entender nada.

Porque no entiendo las estadísticas que sacan en televisión durante los partidos. Ni los mapas de calor. No entiendo por qué los suplentes nunca están preparados en el banquillo para salir. Ni por qué las espinilleras de repente son tan diminutas. No entiendo por qué hay jugadores que siempre se resbalan. No entiendo por qué el Madrid jugó el Clásico de negro. Ni en qué momento todos pasamos de decir “derby” a “clásico”. No entiendo qué sucede con Hazard. No entiendo en qué momento exacto, parafraseando a Zavalita, todo se torció con Bale y por qué ve enemigos a su alrededor. No entiendo tampoco por qué molestó tanto y desde el principio su afición por el golf (como si Jordan no jugara sus hoyos en su día). No entiendo qué quiso hacer Ancelotti. No entiendo todavía si Pogba me gusta o no. No entiendo por qué está bien visto que los extremos jueguen a pierna cambiada, pero no los laterales. No entiendo si los falsos nueves existen o si son una entelequia.

No entiendo nada. Por eso, supongo, seguimos viendo cada partido, leyendo todos los días el periódico y hablando del último partido con propios y extraños. Para intentar descifrar algo de este enorme y extraño deporte y no sentirnos tan solos por no tener ni idea.

Decía Nora Ephron que nada de lo que se escribe en las páginas de deportes tiene ningún sentido para quien no haya leído las páginas de deportes el día anterior. A veces ni para los que las escriben.