Ante el 'debut' de Xavi en el Bernabéu
Expectación. Llegue donde llegue, se corone o se estrelle, Xavi no va a ser un entrenador más en la historia del Barça. En él están puestas muchas esperanzas de futuro y, por más que las comparaciones sean odiosas, su nombre ha pesado tanto en el club que, para la afición, es inevitable soñar que alcanzará la cumbre como Cruyff o Guardiola. Viene bien recordarlo hoy, a las puertas de su estreno como entrenador en el Bernabéu, donde Johan y Pep siempre inventaron algo. Al holandés los experimentos en Madrid nunca la resultaron. Guardiola persiguiendo la sombra de Butragueño; Ferrer cambiado de banda para atar en corto a Míchel... Sus ocurrencias siempre resultaron extemporáneas y fracasaron por norma general. Con Guardiola fue lo contrario. De su primera visita al Bernabéu, salió con un 2-6 y Messi convertido en falso nueve y goleador de leyenda. Aquel día no sólo hizo un rondo con el Madrid alrededor de Xavi e Iniesta. Descubrió que, cerca del área, el argentino iba a marcar una época. En su segunda comparecencia, se inventó un doble lateral: Puyol-Alves en la derecha. La apuesta, mantenida con firmeza en la segunda parte, cuando retrasó a Alves pero envió a Maxwell, lateral izquierdo, a la posición de extremo, también fue perfecta. El Barça ganó 0-2 silbando. Xavi aseguró que tiene "clara" la idea en su estreno en el Bernabéu. Ante los medios se le vio seguro, lejos de aquellas dudas iniciales que transmitió, por ejemplo, en la víspera del partido de Múnich, cuando notaba al equipo verde, sin jugadores de nivel y sin los conceptos mínimos para implantar ese mantra del "modelo de juego" en el que tanto insiste.
Involución, reconstrucción. El Barça llega bien al Clásico, pero no ha finalizado el proceso. Su evolución de los últimos tres lustros podría resumirse así. Hasta que estuvo Guardiola, fue una máquina coral de estrellas que se sometían al equipo. Cuando se marchó, aquello acabó derivando en un equipo menos coral pero con tres jugadores de impresión que le dieron otro triplete. Finalmente, no hubo ni juego coral ni estrellas, y el equipo empezó un descenso a los infiernos que culminó en el 2-8 de Lisboa; y que fue (ha sido) una máquina de perder Clásicos de manera inapelable. Ahora intenta recuperar sus huellas a partir de esos valores de los que Xavi habló a su llegada y que parecen haber cohesionado el grupo. Pero cualquiera en el Barça sabe que uno no está rehabilitado hasta que no le gana al Madrid. Y aunque no tenga a Benzema, Ancelotti tiene varios futbolistas que juegan con el libro de fútbol debajo del brazo.