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Una noche inolvidable para el Villarreal

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Después de las alegrías del Madrid y el Atlético, nos llegó anoche desde Turín la mayor de todas, la del Villarreal. Este equipo de ciudad pequeña elevado a un plano superior por un proyecto magnífico sostenido durante años con pulso ejemplar eliminó a domicilio a la Juventus, cuyo nombre sobrecoge. Fue un 0-3 glorioso tras el que todos recordamos a un hombre bueno, José Manuel Llaneza, uno de los impulsores de este gran proyecto, que anda en malos días. Fue una victoria trabajada minuto a minuto, desde el plan de partido y el esforzado trabajo defensivo hasta la aparición de Gerard, que trastornó a la Juve con sus intervenciones en el ataque.

El Villarreal compareció haciendo un juego extremadamente calmoso, pelmazo, podríamos decir. Salía lento, avanzaba lento, tocaba lento. Una forma de enfriar la caldera, de separar al público de su equipo, y funcionó. A pesar de eso, la Juve soltó cuatro rabotazos a los que Rulli respondió bien salvo en el que el larguero le hizo el quite. En la segunda mitad llegamos a preocuparnos porque durante un rato el Villarreal ya no salía, ni despacio ni deprisa, lo vimos muy quedado. Entonces salió Gerard, que anda entre algodones, su presencia activó al equipo y llegaron los goles en cascada, tres, dos de ellos de penalti, ambos plenamente claros.

Así que pasa el Villarreal y después de tanto pesimismo predicado resulta que de los ocho en cuartos de final tres son españoles, tantos como ingleses, más un alemán y un portugués. Al loro que no estamos tan mal, que diría Laporta. Especialmente significativo es este 0-3 del Villarreal en las barbas del joven Agnelli, adalid con Florentino de esa pinchada Superliga en la que clubes como el Villarreal no tendrían cabida. Estas cosas tiene el fútbol: nos reunimos para ver a Vlahovic, un delantero que realmente impresiona, y nos encontramos con que un viejo conocido, Gerard Moreno, reinó en una noche que parecía destinada al serbio.