Vinicius y Benzema despejan la agenda

Benzema, 22 goles; Vinicius, 14. Dos madridistas al frente de la tabla de goleadores, los mismos que en Son Moix ganaron el partido. El primer gol lo hizo Vinicius a pase de Benzema; el segundo, Benzema transformando un penalti que le hicieron a Vinicius; el tercero, de nuevo Benzema, en cabezazo canónico a centro perfecto desde la izquierda, esta vez sin intervención de Vinicius, sino de Marcelo, comparecido al final del partido. En cada encuentro del Madrid echo en falta más contribución por el lado derecho, jueguen ahí Rodrygo o Asensio, pero a fin de cuentas las cuentas salen gracias a los alborotos de Vinicius y a la fina precisión de Benzema.

Vinicius ha pasado algunas fechas de confusión. Revelación de la temporada cuando gracias a los consejos de Ancelotti mejoró en el trance final de la jugada (antes en cada curva aceleraba, ni veía el pase ni veía el gol), empezó a enredarse en fútiles broncas con los defensas y protestas a los árbitros. Mal hecho. Los defensas pegan, los delanteros juegan. Es duro decirlo, pero es así, y el delantero sólo tiene dos muletas, su habilidad y el árbitro, y sea cual sea la que le falle, no le queda otra que resignarse e intentarlo otra vez. Vinicius ha perdido un par de meses en explorar ese conflicto y ahora parece, o así lo pienso, en vías de resignación.

En cuanto a Benzema, no tiene ningún conflicto, sino todo lo contrario. Todo el tiempo que pudo perder ya lo perdió a la sombra de Cristiano y no lo perdió del todo. Ahora diría yo que aprovecha, casi estruja, el que le pueda quedar de fútbol, que pese a sus años espero que sea bastante. Va y viene, juega, lidera, aparece, manda fuera del área y dentro de ella. Con estos dos delanteros el Madrid va desarbolando defensas y despejando la agenda. Avanzamos en marzo y, con los cuartos de final de la Champions a la vista, ya tiene en LaLiga al Sevilla a 10 puntos y al Barça y al Atlético a 15. El Clásico que viene es para el Madrid sólo un desafío simbólico.