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Los dueños que ganan

En los minutos de silencio y homenajes al pueblo ucraniano, la hinchada del Chelsea ha coreado el nombre de Roman Abramovich. Los aficionados blue, agradecidos por todos los títulos que su club ha levantado desde que lo adquiriera el mandatario ruso, quieren mostrarle su apoyo tras la decisión gubernamental de congelar sus activos en Reino Unido y de dejar a la entidad al borde del colapso. Esa reacción del público ha sido condenada incluso por el entrenador Thomas Tuchel, pero aun así los fanáticos consideran que la víctima de esta historia es el oligarca. Y lo consideran, fundamentalmente, porque es "uno de los suyos". El que les ha hecho ganar.

Estas escenas son comparables con las que se vivieron en Newcastle cuando se anunció la venta del club a un fondo soberano saudí. Mientras la prensa fiscalizaba la decisión de la Premier de permitir la operación pese a los vínculos del Estado árabe con actividades contrarias a los derechos humanos, la afición celebraba la salida de Mike Ashley y el inicio de un proyecto que podía convertir a su club en ganador.

Pancarta a favor de Abramovich en las gradas de Stamford Bridge.
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Pancarta a favor de Abramovich en las gradas de Stamford Bridge.DAVID KLEINREUTERS

Hoy Inglaterra se muestra escandalizada por las conexiones entre Abramovich y Putin, pero durante diecinueve años, pese a que eran conocidas, nunca se cuestionó si era adecuado que el crecimiento de un club de fútbol local bebiera de esa fuente. Del mismo modo que hoy, siguiendo el mismo criterio que determina qué conflictos preocupan a Occidente y cuáles no, el Gobierno británico no ha tomado una decisión con el Newcastle análoga a las sanciones al Chelsea, pese a que Arabia Saudí está interviniendo militarmente en Yemen desde 2015.

La obsesión por la victoria a cualquier precio ha pervertido la esencia fundacional de un club de fútbol, que consistía en que la entidad representara a su comunidad. El hincha prefiere al dueño que más dinero invierta y que más le acerque al éxito, cuando inicialmente era fundamental que los dirigentes formaran parte de la misma base de aficionados. E Inglaterra, como nación, parece que desea presumir de poseer la liga más fuerte y los clubes más ricos. Aunque ya no sean tan auténticos.