Messi no es el que era, pero todavía...
Para quienes no siguen el campeonato francés el partido del martes fue una ocasión de ver de nuevo a Messi, que tantos prodigios dejó entre nosotros. Los datos previos no eran muy buenos, se sabía que no estaba jugando tan bien como en el Barça, y sobre todo que su rendimiento en goles ha bajado estrepitosamente. No es extraño: va entrando en la edad en que cada año pesa más que el anterior y además ha cambiado de ecosistema. En el Barça, donde creció al tiempo que todo crecía en torno a él, todos le buscaban. Y eso pasó cada vez más, a medida que se fueron marchando primero Xavi y después Iniesta, que también pesaban lo suyo.
En el PSG no podía ser igual. Es un recién llegado y su importancia en la plantilla puede ser definida como la de un primus inter pares, uno de los tres galácticos del club, entre los que parece que va tomando ventaja definitiva Mbappé que, por cierto, qué buen castellano habla. El francés fue el jugador del partido, ensombreciendo todo lo de alrededor. Y eso incluye, claro, a Messi, que además falló el penalti. Esta es una suerte, por cierto, en la que no destaca al rango de la excelencia de todo lo que hace. De 133 tirados ha fallado 30. No es un mal promedio, pero los grandes especialistas alcanzan el 85% o incluso lo superan.
El brillo de Mbappé, o incluso el del Messi del pasado, pueden hacernos ver demasiado pálida la luz del Messi de hoy, pero no debemos confundirnos. Lo que queda es mucho. Es un jugador con panorama que no prodiga las arrancadas incontenibles de antes pero mete pases afiladísimos. Alimentó bien a Mbappé y en Madrid tendrá a la vista también a Neymar, con lo que dispondrá de dos opciones. Además es un gran lanzador de faltas (en el Barça transformó 50, una barbaridad) y eso no se pierde. Con todo junto, cualquiera que no hubiera sido Messi en el pasado sería considerado un jugador muy de temer. Y, ojo, en su zona faltará Casemiro.