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Francisco Gento, La Galerna del Cantábrico

Me preguntan por Gento y explico que era el jugador que ponía en pie al Bernabéu. Sus carreras, locas y descontroladas en un primer año en el que llegó a ser martirizado con burlas, terminaron por ser la delicia del estadio y el terror de los rivales. Di Stéfano le salvó ante Bernabéu, que al final de la primera temporada lo quería devolver al Racing: "Tiene una velocidad única y un tiro fortísimo. Lo demás se lo podemos enseñar". También por consejo de Di Stéfano trajo Bernabéu a Rial, un exquisito interior que sacó partido a la velocidad de Gento. Se acercaba a él, hacían un tuya-mía y le lanzaba el balón con la velocidad adecuada a su carrera.

Fue arrollador. Recuerdo el murmullo en los cines cuando en el NO-DO se veía retroceder a los medios y defensas del Barça en cuanto a Gento le daban el balón. No era un estilista, pero su velocidad y potencia de tiro le mantuvieron por encima de dos extremos zurdos de verdad extraordinarios: Collar, del Atlético, un grande que por su causa jugó poco en la Selección, y Manolín Bueno, 12 años suplente suyo mientras Madrid rechazaba sistemáticamente ofertas del Barça, que en esos años anduvo muy flojo en esa posición. Pero Gento era imbatible. Llegó al Madrid con 20 años, se retiró con 37. Ahora era presidente de honor del club de su vida.

Deja en su palmarés 23 títulos, en tiempos sin supercopas. De ellos, 12 son de Liga y 6 de Copa de Europa, récords impresionantes. Jugó el solemne partido Inglaterra-Resto del Mundo celebración Centenario del fútbol. Dos veces mundialista. Si quieren ver una jugada que le defina, busquen en 'google' su carrera ante México en Chile-62; lástima que lleva el '9' y no su '11', pues aquel equipo se numeró por orden alfabético. Hombre bueno, siempre fue feliz con poco: la familia, unos amigos y pasear al perro. Se ha ido en silencio, pero en su tiempo fue un trueno, en el campo y fuera de él. Con razón se le apodó 'La Galerna del Cantábrico'. Descanse en paz.