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Sobre VAR, árbitros y arbitraje

El penalti no penalti del Bernabéu es un caso más de lo poco claro que está lo del VAR o no VAR. Se entiende que la primera impresión de Hernández Hernández (condicionado, por otra parte, por su trompeteada reaparición en el Bernabéu) fuese de penalti. Pero la visión en cámara lenta desnuda que la jugada es una clara fabricación de Casemiro. ¿Y el VAR? El VAR, ay, choca con el protocolo, porque si hay contacto (lo hay, lo fuerza Casemiro) se da por bueno el criterio del árbitro. Y en todo caso se podrá decir que no es error ‘claro y manifiesto’, pero, ¿dónde ponemos la línea de ‘claro y manifiesto’? Para los valencianistas seguro que lo fue.

¡Ay los protocolos! En el gol anulado al Barça vimos otra muestra de su absurdo. En la jugada hay un paso rápido de Gavi por fuera de juego. El linier no lo señala porque el dichoso protocolo les recomienda esperar y sólo levantar el banderín si la jugada termina en gol. Tras un par de combinaciones, la jugada termina en cabezazo de De Jong, bien habilitado, y es entonces cuando activa el banderín que mantuvo retenido varios segundos antes. El VAR ofrece revisión y el gol se anula por el fuera de juego previo, el que debió señalar el linier y no lo hizo por protocolo. Resultado: la anulación resultó tardía, ridícula y por lo mismo poco creíble.

Y paso al domingo, seguimos para bingo. El Betis se fue indignado (hasta ese santo Job que es Pellegrini) por dos jugadas. Muñiz Ruiz se ataruga cuando ve sangre en la cabeza de Isi y cambia amarilla por roja; no había parado el juego, no había visto ‘juego brusco grave’ que es lo que acarrea expulsión. Luego hay una mano clara de Catena, que o no ve o se queda bloqueado. ¿Y el VAR? ¿Consigna de entrar poco? En La Cerámica tenemos el rebote-gol de Parejo tras el penalti, donde el sexador de pollos descubrió lo que nadie había visto ni protestado. Este aire incomprensible e inconsistente en el arbitraje va desanimando a jugadores y público.