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El valor del título de Nadal

El valor del título conquistado este domingo por Rafa Nadal en la Rod Laver de Melbourne no hay que calibrarlo por la categoría del torneo, un ATP 250, ni tampoco por el nivel de los rivales que se ha ido topando en el cuadro. Su oponente en la final, Maxime Cressy, un estadounidense de saque y volea, figura como el 112º del mundo. El mejor colocado en el ranking que se ha cruzado es Emil Ruusuvuori, número 95º, una vez que Tallon Griekspoor, que ocupa el 65º, no compareció en los cuartos por problemas físicos. A Nadal le han bastado tres partidos para alzar el primer trofeo del recién inaugurado curso, pero insisto en que el valor de esta victoria no hay que buscarlo en lo que aparentemente ha sido un camino sencillo, sobre todo si lo comparamos con los grandes desafíos a los que el balear se ha tenido que enfrentar durante su brillante trayectoria.

El valor de este título en el Melbourne Summer Set se encuentra, por un lado, en los precedentes recientes. Nadal no ganaba un torneo desde hace casi ocho meses, el 16 de mayo del año pasado: el Masters 1.000 de Roma, ante Djokovic. Y no jugaba una competición oficial desde agosto, hace cinco, cuando cayó eliminado ante Lloyd Harris en Washington. Por medio ha tenido que afrontar la recuperación de la lesión crónica que sufre en el pie izquierdo. Lo más parecido a un partido oficial fueron sus derrotas en diciembre ante Rublev y Shapovalov en la exhibición de Abu Dabi, pero de allí regresó también con malas noticias, un contagio de coronavirus que retrasó su preparación otra decena de días. Por eso, la importancia está en haber retomado la senda del triunfo tanto tiempo después, a una semana del primer Grand Slam, el Open de Australia. Y, de paso, haber añadido una muesca más a su imponente palmarés: lleva 89 títulos conquistados desde Sopot en 2004 y ha ganado al menos uno durante 19 años seguidos, en una carrera plagada de lesiones. Esa constancia sí hay que ponerla en valor.