Ese draconiano protocolo COVID...

El grito en el cielo que puso Xavi antes de su partido en Mallorca ha sido compartido por otros entrenadores de los que cabe destacar a Rubi, que anunció su desinterés por la Copa, y Lopetegui con su ‘otros ponen la música y nosotros bailamos’. Con respeto, creo que se equivocan. El problema es que no hay fechas para mimos. En enero y febrero hay Copa entre semana y luego los torneos europeos, en los que mantenemos 7 equipos. Y hay que acabar LaLiga en su día porque la próxima empezará pronto para cortarse el 18 de noviembre por el Mundial de Qatar. Y los que ponen la música son los que buscan la forma de que los que bailan cobren.

Nada tiene que ver con aquellas suspensiones por el caso de Sudamérica. Entonces, una arbitrariedad de la FIFA improvisada en verano permitió a los sudamericanos hacer tres partidos en un corte y eso se traducía en que la organización del fútbol, como tal, negaba a algunos clubes la posibilidad de utilizar a ciertos jugadores ciertos días. Es una muy otra cosa, es un muy otro principio. Y, por decirlo todo, había fechas antes de Navidad para recuperar esos partidos, como así fue. Por lo demás, no es malo recordar que en las 16 bajas del Barça, que han contribuido a esta sicosis, había cierto humo. Incluía hasta a dos no inscritos, Alves y Ferran Torres.

De la primera plantilla había cuatro con COVID: Dest, Alba, Coutinho y Dembélé. Y tres canteranos, Abde, Balde y Gavi; éste, el de verdadero peso, estaba suspendido, como Busquets. El grueso del problema eran Ansu Fati, Memphis, Pedri, Braithwaite y Sergi Roberto, cuyas prolongadas lesiones ponen en entredicho los servicios médicos del club. Es verdad que quedaba un equipo en cuadro, con seis centrales, dos medios y un delantero; un total de 11 de la primera plantilla, dos de ellos porteros, pero esa situación extraordinaria contribuyó a un ejercicio de superación ejemplar, a una victoria de carácter épico. Y el fútbol agradece estas cosas.