El virus contagia a la ACB de contrasentidos
La ACB es una liga tradicionalmente cuidadosa con las Fiestas, unas fechas que aprovecha para captar la atención del público familiar con su oferta competitiva y con otras actividades paralelas. Uno de los cebos habituales ha sido ubicar el Barça-Madrid en esta época. En la presente temporada estaba previsto para este domingo, 2 de enero, a las 18:30 horas, pero la pandemia no sólo ha obligado a aplazar el Clásico, sino que también ha reventado la 16ª jornada casi al completo. De los nueve encuentros programados, sólo se disputará el Valencia-Gran Canaria, el lunes. Algo parecido a lo que ocurrió en la 15ª jornada, que celebró cuatro choques y postergó cinco. La recuperación de fechas se está convirtiendo en un verdadero problema para la Liga Endesa, si ómicron no ralentiza su golpeo.
La retahíla de suspensiones se ha unido a otro importante contratiempo: la reducción al 50% del aforo en los pabellones que acogen deportes profesionales. Es decir: el baloncesto ACB. La gestión de la pandemia regresa a la contradictoria situación que vivió hace un año. Recuerdo que entonces se celebró sin restricciones de asistentes un concierto de Raphael en el WiZink Center, mientras que las gradas permanecían gélidas para el basket. La incoherencia se repite en estas fechas, en las que Dani Martín ha enlazado cinco llenazos de 15.000 personas en el Palacio, el último el pasado miércoles, mientras la ACB debe reducir su capacidad a la mitad. Los criterios difieren según quién tenga las competencias: el gobierno regional o el estatal. Un disparate. Para compensar las pérdidas, el CSD repartió ocho millones de euros en ayudas para los clubes, pero también aquí encontramos un contrasentido, porque las dos entidades que han recibido mayores cantidades han sido, precisamente, las dos que viven al amparo del fútbol: el Real Madrid y el Barça. El virus contagia de contradicción a la ACB.