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El rap del optimista

¡No vamos a ganar la Liga siempre!, diría el optimista. Hay tres estados de ánimo posibles en la vida: optimistas, pesimistas, y del Atleti. Yo veo la vida pasar silbando hermosas melodías, y en momentos como este se me da muy bien poner boquita de piñón y soltar aire en forma de notas musicales.

El otro día hablaba de la Copa del Rey, y de la conveniencia de que el Atleti luche a muerte por ella. Pues dicho y hecho. Tenemos que fijarnos el precioso objetivo de luchar por la Copa, ya que la Liga se nos está poniendo muy difícil, aunque es cierto, como ha dicho Suárez, que el año pasado el Madrid estaba muy lejos a estas alturas de la competición y terminó pegadito a nuestras faldas, incordiando hasta el último minuto.

Pues incordiemos, pero pensemos en la Copa como objetivo, al igual que podemos seguir pensando en la Copa de Europa, ya que, aparte del Bayern, los demás están más o menos al mismo nivel. Y uno de los dos cocos, PSG o Real, se va a quedar en la cuneta en marzo.

Marchetti enseña la tarjeta del Atlético en el sorteo.
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Marchetti enseña la tarjeta del Atlético en el sorteo.HANDOUTUEFA/Handout via REUTERS

¡No nos puede tocar otra vez el Bayern!, dijo el optimista. Somos el Atleti, y estas cosas solo nos pasan a nosotros. Pero la justicia real, no sólo la poética, se puso de nuestro lado por una vez decidiendo la repetición íntegra de un sorteo que nació torcido.

Muchos madridistas se quejaban de que se debería haber repetido a partir del enfrentamiento Benfica-Real Madrid, pero resulta que ese fue el primer enfrentamiento del sorteo. Luego ya falló todo. Yo entiendo que hubiera quejas si esto hubiera sucedido al final del sorteo, con diez o doce equipos ya sorteados y perjudicados, por ejemplo. Pero pienso que es un poco ridículo para los mandatarios del fútbol europeo repetir el noventa y cinco por ciento del sorteo en lugar del cien por cien. No estoy seguro, pero imagino que solo se quejó un equipo de la repetición del sorteo.

De todas formas, fue bastante bochornoso ver ese espectáculo protagonizado por las más altas esferas del fútbol europeo, con toda la técnica a su favor, y millones de ojos mirando esos tristes baloncitos abrirse con los papelitos de los equipos escritos en Arial o semejante. Una cutrez.